jueves, diciembre 23, 2010
la vida de uno por la de millones
EL DÍA DEL JUICIO FINAL
fuente: http://www.imdb.com/title/tt0914863/
Al final de hora y media de película, en la que Samuel Jackson ha torturado a Michael Sheen con todo sus arsenal, sin lograr sacarle información algunas sobre las tres bombas nucleares que están a punto de explotar en sendas ciudades norteamericanas, se produce el diálogo que da el título original al filme (“Unthinkable”): “¡Haz lo que tienes que hacer!”; “Lo que tengo que hacer, agente Brody, es inconcebible…”. Esa línea resume la función de H., el torturador asignado a la tarea de destruir con terror al terror. En lo que sigue, habrá decisiones que nos repugnarán y un final en el que, el muy buen guión de Peter Woodward, no se permite ningún atajo facilista. Cada decisión implica un costo y la pregunta (que cada uno, cada sociedad) debe hacerse: ¿hasta dónde voy a llegar por lo que creo? La agente Brody responde la pregunta, en un parlamento admirable. Y deberá cargar con las consecuencias de esa acción.
El argumento de “El día del juicio final” es típico: un detenido sabe dónde va a explotar una bomba que matará a miles sino a millones y las autoridades se ven en la disyuntiva de violar la ley para obtener la información y salvar vidas humanas o respetar los derechos del detenido y dejar que logre su cometido. El dilema es un problema ético conocido y sabemos que, no importa la respuesta, nunca se obtiene una solución satisfactoria.
La trama la mueven dos personajes arquetípicos de las posturas polares: H., el torturador (Samuel Jackson) y la agente Helen Brody (Carrie-Anne Moss). Por órdenes directas, la agente Brody debe participar en las sesiones de tortura de H. quien trata de sacarle información a un detenido, estadounidense y musulmán, que ha confesado en un video haber puesto tres bombas nucleares en tres ciudades.
La historia se desarrolla en un juego de tensiones, de engaños, de vueltas de tuerca que se vuelven más asfixiantes cuanto más cerca estén de la explosión. Y lo que queda claro es que, no importa lo cruento que se pueda poner, da la sensación que el terrorista maneja los hilos y que siempre (salvo al final) tiene el control del macabro juego.
Existe la tentación de dejar el final abierto y que el espectador “responda”. Peter Woodward no hace esto: toma una postura y acepta las consecuencias de esa posición. Y nos deja picando la pregunta si nosotros, como ciudadanos, seríamos capaces de aceptar que nuestras autoridades tomen esa decisión. Porque exigimos el cumplimiento de objetivos que no pueden ser satisfechos simultáneamente: seguridad al 100% con respeto absoluto de los derechos civiles. ¿Quién toma la decisión de cuál objetivo se mantiene cuando entran en conflicto? ¿Y quién será el que cargue con el peso de esa decisión?
“El día…” consume la atención en Samuel Jackson, sólido como siempre, en un rol verborrágico y contradictorio. El padre de familia convive con el sádico. El tipo con sentimientos actuando eficazmente en campos que le repugnan. En alguna parte del camino, ha perdido toda noción de su alma. “¿Cuál es el límite?” se pregunta y le pregunta a la agente Brody, mientras que los infames burócratas que lo vituperan aumentan la presión por sus servicios. Ellos lo empujan al límite “inconcebible” porque no quieren, en su especulación, quedar con el costo político de la decisión. Otros se ensuciarán las manos; ellos sólo se llevaron los réditos, en el mejor de los casos.
Por imperio del guión, sobresalen los protagonistas restantes del triángulo dramático: Michael Sheen y Carrie-Anne Moss. Sobre las escenas de violencia, cabe advertir que la película no ahorra crudezas; no se regodea en las escenas de tortura pero tampoco las esconde. No es para impresionables aunque tampoco es “El juego de la muerte”.
Para agendar y seguir de cerca. Mañana, las mejores frases.
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