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críticas chatarras

lunes, diciembre 13, 2010

la sorpresa del final 

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SURVEILLANCE
fuente: http://www.imdb.com/title/tt0409345

En el margen de los estrenos de esta semana, con críticas no malas pero tampoco superlativas, señalando la extrema violencia y sadismo y gore y sangre y, etc., etc., etc., del filme, “Surveillance”, el filme de Jennifer Chambers Lynch (hija de David Lynch) pasará por los cines argentinos sin llamar la atención. Bueno, esta crítica tiene un solo objetivo: reivindicarla.

Hace tiempo que no veo un policial que me tome desprevenido. Después de ver tanto cine, uno tiene cierto tipo de acto reflejo para anticipar finales. Algunos guiños, una línea del diálogo, un plano detalle, puede “adelantarnos” el desenlace. Bueno, con “Surveillance” lo que venía en un sentido, terminó en otro y me tomó, total y absolutamente, con la guardia baja. El final (que me muero por contarles y arruinarles la sorpresa) es brillante, es la gema de un filme que ya tenía más de un atractivo para destacarlo del resto de los policiales.

“Surveillance” es la historia de dos agentes del FBI que van a un pueblo perdido norteamericano a interrogar a tres testigos sobrevivientes de la masacre de un par de asesinos seriales que están aterrorizando la zona. Sam y Elizabeth, la pareja de agentes, presupone por los diálogos iníciales, que tienen una historia atrás, un pasado que puede interferir en la investigación de los hechos violentos. Ambos se enfrentarán a la hostilidad de la policía local, tan pueblerina como inútil.

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El desarrollo de la investigación es peculiar. Los agentes del FBI toman las declaraciones a los testigos (una drogadicta, una nena, un policía) en habitaciones separadas, vistos simultáneamente por sendas cámaras de video, controladas centralmente por Sam. Con efecto humorístico, el guión de Jennifer Chambers Lynch y Kent Harper (quien interpreta al policía herido en la mano) contrapone las declaraciones de los testigos a lo verdaderamente ocurrido. Las medias verdades que se parecen más a medias mentiras. Hay un innegable olor a “Rashomon” en el aire.

Otro acierto es la elaboración de estos testigos, cada uno con su historia, en ese viaje por la ruta donde encuentran a los asesinos. La nena que viaja con su hermano, su mamá y el novio de su mamá que intenta, sin fortuna, meterse en los zapatos de su papá; la pareja drogadicta que se llevó todos los narcóticos de su dealer que tuvo la mala suerte de morirse ante ellos; la pareja de policías que se entretiene aterrorizando viajeros con la rutina del policía bueno y el policía malo. No hay personajes que sobren: todos tienen un rasgo que los identifica, generalmente, patético y miserable.

En la narración paralela, sabemos que hay algo que se esconde. La originalidad de “Surveillance” es quién lo esconde. Y, al estilo “Sexto sentido”, es de esas clases de películas que, una vez vistas, rebobinamos para descubrir las pistas dispersas en el guión que nos inducían a pensar una cosa pero en realidad decían otra.

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Respecto a las escenas de violencia, no hay nada excepcional. Hay violencia, sí, pero no es el centro de la película. Nada superior a lo visto en algún capítulo de “CSI”. Así que mejor no hacerle caso a aquellos que apelaron al gore y al trash para espantarle público a esta película.

Del muy buen elenco, destacamos a la pareja central (Bill Pullman y Julia Ormond), la nena (Ryan Simpkins), los dos policías cabrones (French Stewart y Kent Harper) y el rato de Michael Ironside como el comisario del pueblo.

Escenas destacadas: la muerte del dealer; la escena de la “revelación”; las detenciones de los policías en la ruta, asustando a los viajantes.

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Frases:

-Debes ser de las que leen, primero, el final del libro… ¿no?
-Sí.
-Ésa no es manera de vivir.

-Yo me pregunto porqué iban a ser tan descuidados…
-Ellos, posiblemente, tengan chances de mejorar…
-Ah… entiendo…
-Salvo, señora, que no les importe una mierda…

Sé quiénes son.

Creo que es la cosa más romántica de todo el mundo.

Podría decirse que hay una manera de arrancar una nota, sin romper el papel.

No te comprometas emocionalmente.

Sabes… me recuerda a mí… Yo también fui una niña triste.

No estoy… pasándola… bien…

-No volverás a dormir.
-Ésa es la idea.

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