viernes, septiembre 10, 2010
frases de “El encanto del erizo”
Me llamo Paloma. Tengo 11 años. Vivo en la calle Eugène Manuel, en París, en un piso de ricos. Mis padres son ricos, mi familia es rica y mi hermana y yo somos virtualmente ricas. Pero, a pesar de eso, a pesar de tanta suerte y tanta riqueza, desde hace mucho tiempo, sé que el destino final es la pecera. Un mundo donde los adultos chocan como moscas contra el mismo vidrio. Pero lo que es seguro es que a esa pecera yo no voy a ir. Es una decisión muy meditada. Al final del curso escolar, el día que cumpla 12 años, el 16 de junio, dentro de 165 días, me suicidaré.
Lo importante no es morir, ni a qué edad se muere, sino lo que se está haciendo justo en ese momento. Para Taniguchi, los héroes mueren escalando el Everest. Mi Everest particular es hacer una película. Una película que muestre por qué es absurda la vida. La vida de los demás y la mía también.
Si nada tiene sentido, el espíritu debe al menos afrontarlo.
Es vagamente consciente del potencial decorativo de sus plantas, pero se empeña en hablarles como a personas.
Pasar la vida como un pez en su pecera y acabar en una bolsa de plástico.
Joven obsesionada por el deseo de ser menos neurótica que su madre y más brillante que su padre. Para ella, la vida es una batalla permanente en la que se vence destruyendo a los demás.
Cuando yo era muy pequeña, creía que al nacer te atribuían cierto número de palabras que decir. Cuando había trascurrido ese "tiempo de palabras", te volvías mudo. Para mí, nacías mudo cuando habían olvidado asignarte palabras. Como no sabía cuántas palabras me habían atribuido, durante una época, hablé lo menos posible para ahorrarlas.
-Como les decía, el Go es un juego de estrategia extraordinario. Es como el equivalente de nuestro ajedrez en Japón.
-Falso.
-Otro invento de los japoneses.
-Sí.
-Falso. El Go lo inventaron los chinos, no los japoneses.
-No, mi querida señorita, fueron los japoneses.
-No, mi querido señor, se equivoca.
-No, no.
-Y no equivale al ajedrez. En el ajedrez, se mata para ganar, mientras que lo más bonito del Go, es que para ganar hay que vivir, pero también dejar vivir al adversario.
-Paloma…
-Vida y muerte sólo son consecuencia de una buena o mala construcción. Y lo que cuenta es construir bien.
Perseguir las estrellas. No acabar como un pez en una pecera.
La relación de los adultos con la muerte es difícil, cuando es lo más trivial del mundo.
No hay que dejar nada al azar en una decisión que no comprenderán. Es increíble con qué rapidez ciertas personas obstaculizan los proyectos que más te interesan.
-Todas las familias felices se parecen.
-Pero las desgraciadas lo son cada una a su manera.
-Acabo de conocer a nuestra portera, la señora Michel. ¿La conoces bien?
-No, realmente no.
-Un encuentro curioso, la verdad…
-¿Usted también piensa que no es lo que creen?
-La gata es Kitty, pero no recuerdo el nombre del gato.
-Levin.
-¡Sí, Levin! ¿Cómo lo sabe? ¿No será ese revolucionario?
-No. El revolucionario es Lenín.
-Me miró, se sentó y dijo: "¿Qué voy a hacer?".
-¿No preguntó por qué?
-Eso es lo mejor. No se atrevió. A veces, la buena educación es un problema. Si me hubiera dicho: "¿Qué voy a hacer sin usted…?".
-Estos ricos...
-¿Cómo se llaman tus gatos?
-Constitución y Parlamento. Ya ve en qué tipo de familia he nacido. Nuestros gatos parecen dos globos que comen croquetas de lujo y se arrastran de sofá en sofá soltando pelos.
-Seguro que tienen otras cualidades.
-No.
-Yo creo en el resplandor y la sensibilidad de un roble. Así que creo necesariamente en los de un gato.
La señora Michel me recuerda a un erizo. Por fuera está cubierta de pinches, es una auténtica fortaleza. Pero pienso que por dentro es tan refinada como ese animal engañosamente indolente, tremendamente solitario y terriblemente elegante.
"Querida señora, en honor de su gato.
Atentamente,
Kakuro Ozu".
-No vengo a que me dé las gracias.
-¿No?
-Vengo a rogarle que cene mañana conmigo. Una cena entre vecinos. De lo más sencilla.
-¿Entre vecinos? Pero si soy la portera...
-Se puede poseer dos cualidades al mismo tiempo.
Todos somos erizos en la vida. Pero, generalmente, sin elegancia.
Mi nuevo vecino es japonés. Tenia que ocurrir justo antes de mi muerte.
¿Se podría leer mi destino en la frente? Si quiero morir es porque creo que sí. Pero, si pudiera uno convertirse en lo que todavía no es, ¿habría sabido convertir mi vida en algo distinto?
¿De qué sirve morir si no es para no sufrir más?
Psicoanálisis y religión rivalizan en su amor por el dolor duradero.
-¿Por qué dices eso?
-Porque mi madre piensa que hay que celebrar que lleva diez años psicoanalizándose.
-Pues sí. Sí. Eso está muy bien, ¿no?
-No. No menciona que también lleva diez años tomando antidepresivos. Está claro que no ve la relación. No ve la relación entre diez años de terapia, tres horas al día con sus plantas y su enorme consumo de sustancias reembolsadas por la Seguridad Social.
-Quiero pasar inadvertida, no quiero problemas. Nadie quiere una portera con pretensiones.
-Usted no tiene pretensiones. Tiene curiosidad.
La portería no es un santuario que esté al margen de leyes sociales y salariales.
Eres una personita intolerante y neurasténica que odia a los demás,
Antes me escondía. Pero han descubierto todos mis escondites.
Me pregunto qué es lo bueno del chocolate. ¿El producto en sí, o la técnica de la muela que lo tritura? Yo... prefiero dejarlo que se funda en la lengua. Cambiar de masticarlo a otra técnica es como degustar un nuevo manjar.
Usted no es una portera corriente. Ha encontrado el escondite perfecto.
Que no salga el gato. Que no entre la portera.
¿Qué esconde detrás de esa puerta?
La muerte de Arthens es un drama injusto, pero la de un portero... es un pequeño hueco en el día a día.
-En el futuro… seré portera.
-No, no creo. En el futuro serás princesa.
"Querida Renée
Por favor, acepte estos regalos con naturalidad.
Atentamente,
Kakuro".
Sabía que tendría la sensatez de no regalarme nada.
Renée, podemos ser amigos e incluso todo lo que queramos.
Qué tontería, otra vez las ganas de reír. Debe de ser que la muerte nos vuelve un poco locos.
¿Cómo se decide el valor de una vida? Paloma, que la tuya esté a la altura de lo que prometes.
Entonces es así. De pronto, se detiene todo. ¿Morir es eso? No volverás a ver a quienes amas, no volverás a ver a quienes te aman. Si morir es eso, sí es la tragedia que dicen.
¿Qué hacía en su casa el pez? Si tiene algún sentido, se me escapa por completo.
Lo que importa no es morir, sino lo que se hace en el momento de morir. Renée, ¿qué hacía usted en el momento de morir? Estaba dispuesta a amar.
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