martes, junio 29, 2010
el ejercicio de amar
LA ÚLTIMA ESTACIÓN
data: http://www.imdb.com/title/tt0824758/
“En ningún lugar podemos encontrar, excepto en la afirmación de la Iglesia, que Dios o Cristo desearan fundar nada parecido a lo que los eclesiásticos entienden por Iglesia”.
LEÓN TOLSTÓI
“El reino de Dios está en vosotros”
En 1882, cuando se publica su libro “Confesión”, León Tolstói era un afamado escritor en su Rusia natal, con monumentos de la literatura ya escritos tales como “Guerra y Paz” y “Ana Karenina”. En “Confesión”, Tolstói describe su confusión espiritual, su vacío existencial que lo lleva a buscar un cambio en su vida, profundizando en dos preceptos cristianos: amor al prójimo y resistencia al mal.
La conversión de Tolstói lo lleva a abjurar de toda su obra literaria y a transformarse, paulatinamente, en un apóstol en vida. Pacifista (intercambió cartas con Gandhi e influyó decisivamente en su estrategia de la no violencia), vegetariano, partidario del celibato, ése fue el nuevo Tolstói que surgió después de su crisis espiritual. Abjuró de su presente aristócrata y regresó a Yásnaya Poliana (su pueblo natal), donde fundó una aldea para que la comunidad campesina viviera según sus preceptos.
El naturismo libertario tolstoiano contó con varios rivales. El gobierno ruso, la Iglesia (lo excomulgó al escritor, como se estilaba en esos tiempos) y de la Condesa Sofía Andreevna Bers, la esposa de Tolstói, que sospechaba que su esposo iba a regalar todos sus bienes y dejar a sus hijos en la calle. De los últimos años del escritor y su enfrentamiento con su esposa, trata “La última estación”, la película de Michael Hoffman (también guionista del filme, adaptando la novela de Jay Parini).
La trama trabaja en dos romances paralelos: Tolstói y su esposa Sofía; Bulgakov (su joven secretario) y Masha. Una pareja en el final; otra, al principio. Dos parejas separadas por el credo tolstoiano. Y la evolución de las historias tienen un desenlace común: la superioridad del amor como ejercicio cotidiano sobre la inflexibilidad del dogma.
Toda creencia (hasta una tan flexible, piadosa, humana como la que inundó el alma de Tolstói en sus últimos días) se boicotea a si misma cuando las reglas empiezan a tener más importancia que las personas. El amor a la humanidad se contrapone al amor al prójimo; el todo sobre el individuo.
Bulgakov comprende, en esa mirada postrera de Tolstói a la Condesa, que el amor sólo se siente, se practica abriendo el alma, fuera de los márgenes de la dieta o de la abstención sexual. Lo que diferencia a Tolstói de Chertkov (el tercero en discordia en ambas relaciones) es que Chertkov cree en el amor como un principio declarativo; las parejas protagónicas, en cambio, aman. Para uno es un ente intelectual; para los otros, un ejercicio práctico.
“La última estación” cuenta con un dos actores excepcionales que logran meternos en el alma conflictiva del romance de Tolstói y su esposa. Los responsables son Christopher Plummer y Helen Mirren quienes nos dan una clase de actuación sin desbordes. Los diálogos de ambos personajes mejoran por la química que exhiben estos actores superlativos.
Nos quedamos con un puñadito de escenas: la muerte de Tolstói; la ida de la casa; la escena de amor entre Masha y Bulgakov; la aparición de la Condesa por la ventana haciendo un escándalo.
Mañana, las mejores frases.
Etiquetas: cine
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