martes, abril 13, 2010
paso en falso
DOS HERMANOS
data: http://www.imdb.com/title/tt1576382/
Daniel Burman nos había regalado una serie de buenas películas, con más o con menos grises, pero desde “El abrazo partido”, el pico de la sublime “Derecho de familia” y la muy peculiar “El nido vacío”, su filmografía sugería la presencia de un director que había encontrado su voz. El mundo de Burman es el de los lazos familiares, la relación de padres e hijos, los afectos que se entregan pudorosamente por temor de ser correspondidos, la herencia común de la comunidad judía. En todos esos casos, Burman había acertado con un guión trabajado, con personajes muy cálidos y absolutamente comunes, gente que uno podía encontrar en la calle y, por eso, eran tan reconocibles como queribles.
Con “Dos hermanos”, Burman afrontaba el desafío de filmar un guión basado en un libro ajeno y la posibilidad de contar con dos actores estelares encabezando el elenco. La temática no era extraña a la de sus últimas creaciones: la relación amor – odio de dos hermanos. Y el resultado, lamentablemente, es malo. Malo por el guión desordenado; malo por la pobre actuación de Antonio Gasalla. “Dos hermanos” es una película fallida, con todos los elementos para contar una gran historia, pero que queda ahí, confuso, sin despegar.
La película se sostiene en los primeros veinte minutos, cuando se desencadena el conflicto inicial que mueve la historia. Desde el primer diálogo quedan marcados los roles: Marcos, el hermano que se quedó cuidando a la madre enferma, con una vida relegada; orfebre, presumiblemente homosexual, abierto al diálogo y cortés. Susana, la hermana que se dedica a los negocios inmobiliarios, agresiva en cada frase, con un snobismo de clase alta venida a menos, subestima a Marcos en cada referencia y lo mandonea sin encontrar resistencia.
La historia avanza con la muerte de la madre y la decisión de Susana de vender la casa materna y mandarlo a Marcos a una pueblito uruguayo aprovechando para cerrar una deuda inmobiliaria que tenía pendiente. Susana borra de un plumazo la vida Marcos en Buenos Aires sin que éste se atreva a oponerse.
Ahí la historia entra en un bache. Porque la reclusión de Marcos en Villa Laura corta el vínculo con Susana y, por ende, detiene la dinámica de conflicto. Se suceden, a partir de ahí, viajes de ida y vuelta a Uruguay, tan caprichosos como artificiales. La historia exigía que Marcos se quedara en Villa Laura y retomara la vida que había perdido por cuidar a su madre: el grupo de teatro, el reencuentro con su arte, la relación romántica con el director de la obra de teatro. Sólo entonces, cuando tenga ordenada sus cosas, debería aparecer Susana para volver a arrasar con todo lo construido. Y allí tendríamos un conflicto.
En cambio, el guión sigue por gags incomprensibles como los de Mirtha Legrand o el cóctel en la embajada de Brasil que poco aporta. Diálogos como las del vaso apoyado contra la pared son artificiales, justamente lo opuesto al estilo de Burman que supo revelarse como un gran dialoguista, logrando plantear situaciones dramáticamente fuertes desde situaciones cotidianas.
A las carencias del guión, la película de Burman sufre la pésima actuación de Antonio Gasalla que pierde, en la mitad del filme, el tono del personaje. Se limita a pasar letra, articulando a lo Gasalla, tornando no creíble todo lo que suceda de ahí en más. Lo suyo es la completa falta de imaginación para mostrar las facetas de un personaje.
Quien se lleva la mejor parte es Graciela Borges. Su Susana muestra los claroscuros de esos personajes odiosos pero que conmueven por su patética orfandad. Susana se mueve en la orilla del fracaso. Como Marcos, ella no ha podido armar una familia. Y apenas puede sostenerse económicamente. Su agresividad es la máscara para esconder su impotencia. Es el personaje más creíble, no tanto porque esté mejor escrito, sino por el trabajo de Graciela Borges que hasta se permite el primer plano destructor para mostrar las arrugas de un personaje en demolición.
Una última objeción. La obra de teatro podía dar la ocasión de convertirse en un inconsciente medio de expresión de Marcos, un elemento para que Marcos indagara en su vida y se preguntara qué había hecho hasta entonces. La pregunta es: ¿el párrafo de “Edipo rey” elegido, es el más apropiado para este fin? O, mejor dicho, ¿por qué este párrafo?, ¿qué aporta al drama?, ¿de qué forma enriquece la vida de Marcos? La resolución de la obra (como el musical que cierra títulos) es caprichosa y nada funcional al drama.
Esperamos la próxima película de Burman para dejar este paso en falso, en el olvido.
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