viernes, abril 23, 2010
amigos postales
MARY Y MAX
data: http://www.imdb.com/title/tt0978762/
Para algunas personas, la existencia se reduce a un largo vacío, un tenebroso mar agitado, en el que resisten solitarios en sus islas. Max, un neoyorquino, hiperobeso, con síndrome de Asperger, es un ejemplo; Mary, una niña australiana con una mancha color caca en la frente, anteojos gruesos, madre alcohólica y padre taxidermista, puede ser otro. ¿Y qué pueden hacer seres tan endebles, corazones expuestos al cachetazo, ante un mundo impiadoso y cruel? Encontrarse y ser amigos.
Contra todas las posibilidades, la improbable carta de Mary que abre el ida y vuelta epistolar, cae en las manos correctas. Y Max, desde sus fobias y temores, encuentra la amistad de una niña, en el otro lado del Atlántico. Hay una tesis en la película, escrita en los títulos finales: “Dios elige nuestros parientes; ¡Gracias a Dios que elegimos a nuestros amigos!”. Y es una sesuda observación: el destino puede ser muy turro distribuyendo las cartas iniciales; pero a fuerza de perseverar, podemos disponer de (amigos mediante) de una mano relativamente cómoda.
“Mary y Max” es una de esas raras joyitas que puede proveer la animación actual. En absoluto es una película para chicos. Pasó por el BAFICI y está en el Cabletruch de Darín desde hace muchos meses. Muñequitos de plastilina y la técnica de stop motion para contarnos esta melancólica historia plagada de humor negro, una larga conversación entre dos personajes, en una punta y otra del planeta, a lo largo de varios años. Aunque no se conocen, aunque se encuentren (a su manera) sólo al final del filme (de la vida), cada uno estará para el otro en el momento justo. La palabra ocasional que llega cuando todo lo demás ha fallado. El amor como único salvavidas para mantenernos a flote en ese mar embravecido, amplio y vacío, que describimos al principio de esta nota.
Adam Elliot (director y guionista del filme) utiliza algunos trucos estéticos: el mundo en blanco y negro de Max; el mundo sepia de Mary; los detallecitos de color en el mundo monocromo de Max (el kippá, por ejemplo); algún gag escatológico, algún diálogo delirante. Pero detrás de esos chichés estilísticos, hay mucho pero mucho corazón en una historia que se ve, con una lágrima en espera.
Detrás de los personajes, las voces de Toni Collette y Philip Seymour Hoffman, en los protagonistas, y una participación menor de Eric Bana (el marido de Mary). Un lustre más para una excepcional película.
Escenas destacadas: los ataques de pánico de Max; la idea de guardar las lágrimas en un frasquito; el encuentro entre Max y Mary; la secuencia de la agresión al mendigo.
Las mejores frases, mañana.
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