jueves, noviembre 05, 2009
mientras hay enojo, hay esperanzas
LA BODA DE RACHEL
data: http://www.imdb.com/title/tt1084950
Son tiempos extraños en la distribución cinematográfica local. Ante tantos bodriazos que aseguran, antes de su estreno, escasa supervivencia en la pantalla, suena raro que “La boda de Raquel” con la dirección de Jonathan Demme y la actuación soberbia de Anne Hathaway (que le mereció una nominación al Oscar) haya ido directamente al DVD. Pero es así y si se distraen, se van a perder una de las muy buenas películas de este año.
El núcleo dramático de “La boda de Raquel” es tan fuerte que Jonathan Demme tiene el buen tino de molestar lo menos posible. Se pasea con la cámara, como si fuéramos otro de los invitados de la boda. Hay que dejar que interactúen los personajes, presenciar sus explosiones, ahondar en sus secretos, con ese toque estilo Dogma 95, para que alcance.
Kym espera sentada, a la salida de una clínica de rehabilitación, que la vengan a buscar. Su hermana Rachel se va a casar y la han invitado a la boda. Pronto, nos damos cuenta que su presencia es un grano en el culo de la familia. Hay mucho rencor, muchos intentos de que su presencie resulte lo más inadvertida posible. Y, como lógica reacción, hay mucho pero mucho esfuerzo de Kim por hacerse notar.
No pasa mucho tiempo para que caigamos en la cuenta que Kym, debido a su adicción, se ha mandado un moco de aquellos, tan grande que ha partido la familia en dos (con las esquirlas de un divorcio de por medio). Lo hecho fue tan grande, tan trágico, que las heridas están ahí abiertas, sin poder ser asimiladas todavía.
Uno puede estar tentado a clasificar a “La boda de Raquel” como la historia de una familia disfuncional. Pero eso es una mentira, un recurso barato de críticos en piloto automático. Es la historia de una familia normal. Porque lo más lógico, lo más sano, es la recriminación. Y lo novedoso de “La boda de Raquel” es mostrar lo terapéutico que puede ser el rencor, la bronca, la puteada a aquel que se mandó una patinada feroz. Que sólo así se puede iniciar el camino de la reconciliación.
Hay un personaje que no ha podido perdonar y que jamás lo hará: Abby, la mamá de Kym y Rachel. Es (no por casualidad) la persona más fría, la que no insulta, la que no echa en cara. Pero es un personaje deliberadamente en el margen de la foto. Por más acto de presencia que haga, el enojo de Abby es irreversible, sin retorno. Ella se ha excluido de la familia para excluir a Kym.
Gritar para explotar; no callar para no implosionar.
Anotenla. Vale la pena.
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