viernes, mayo 01, 2009
loca de amor
NUNCA ES TARDE PARA AMAR
Inge está casada con Werner. Hace mucho que están juntos y la confianza en el otro está dejando paso a la rutina. Tal vez por eso, Inge tiene un romance con Karl, un hombre más joven que Werner y con el que tiene un tórrida relación.
Este argumento parece resumir otra más de esas historias de amor. La diferencia es que Inge, Werner y Karl conforman un triángulo de la tercera edad. Sesenta y pico para ella, casi ochenta para ellos, “Nunca es tarde para amar” (apestosa traducción de “Novena nube” que, sospecho, remite al noveno círculo de los traidores del infierno dantesco) es una fogosa historia de amor.
Inge fornica como conejo y arde de pasión por Karl. No importa que su hija, su propio esposo (con el que ha convivido treinta años) le digan que está loca, que razona como una adolescente, que tiene que reconsiderar tu actitud. No escucha más que a su corazón (por llamarlo de un modo elegante). Inge, a los sesenta y pico, está en celo. Y, la gracia de “Nunca es tarde…” es que la entendemos completa. Simplemente, Inge se ha enamorado. Y para eso, no hay edad límite.
“Nunca…” se atreve a mostrar escenas sexuales de personas mayores, como para demostrar que hay sexo después de los sesenta. A esta altura, no debería sorprendernos. Pero el inicio del filme, con la cabalgata sexual de Inge, no deja de llamar la atención.
“Nunca…” nos sugiere algo más que la particularidad de la pasión en la senectud. Nos habla de que el amor no es definitivo, que siempre está a prueba, no importa cuántos años se lleven acumulados. Tal vez, cabe aceptar, el amor es el único campo donde el egoísmo y la traición están validados. Los amantes sólo ven por sí, sólo piensan en sí, abstrayéndose del entorno. La sorpresa de Werner es comprensible pero absurda: el corazón de Inge no estaba bajo un contrato vitalicio.
De “Nunca...” sólo no nos conformó el desenlace. A nuestro entender, el filme termina cuando Inge lo mira a Karl y le dice: “Me gusta dormir contigo” y Karl le responde idénticamente. Ése era el final: la ratificación del amor, a partir de la aceptación de la pasión.
La escena siguiente no cuadra con la historia desplegada hasta ahí. ¿Qué significa? ¿Una condena moral a Inge? ¿Un dedo acusatorio señalándole los riesgos de amar demasiado? Muy de telenovela, no era el final adecuado, para un filme con muchas ideas interesantes.
CONSEJO: se puede esperar al DVD, pero agendar.
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