críticas chatarras

AUSTRALIA

Venía con muchas expectativas de ver la última locura de Baz Luhrmann tras la brillante “Moulin Rouge”. Y decepciona el berenjenal en el que se metió con “Australia”. Quiere rendir un homenaje al melodrama monumental, estilo “Lo que el viento se llevó” pero falla miserablemente en un punto crucial: lograr que su elenco se crea el género que está haciendo. Cuesta comprender la marcación actoral de Nicole Kidman en la primera media hora de película, porque parece una mala comediante de una sit-com de Sony, más que la heroína de uno de esos dramones épicos. Hugh Jackman, entre tanto, está más cerca de inmortalizarse en un ícono gay (con remera ajustada y sudor corriéndole por su torso) que en el héroe masculino que le mueva los cimientos (por llamarlo de algún modo) a una lady hecha y derecha.



“Australia” tiene muchas fallas de guión. La principal, es la última hora de película, total y absurdamente innecesaria. Si Luhrmann hubiera cortado la película tras el arreo de vacas y el nombramiento del Capataz como administrador del rancho de Lady Ashley, la historia, si bien no hubiera conformado, se hubiera salvado del ridículo. Pero toda la secuencia del ataque nipón a Darwin (una mala copia de “Pearl Harbor”) es dramáticamente incomprensible. Si hasta ahí, se podía rescatar un par de escenas, con buena construcción dramática (el baile, la estampida rumbo al acantilado), del último segmento bélico no sólo no hay nada destacable, sino que cae, peligrosamente, en el ridículo. Ahí es donde las dos horas y cuarenta minutos de película se convierten en un insulto a la inteligencia del espectador.



Otra falla es el poco relieve dramático de los personajes. Hay esbozos de conflictos (Ashley no puede tener hijos y, tal vez por eso, fracasó su matrimonio; el Capataz no puede superar la muerte de su mujer, una indígena australiana; el niño está a caballo de dos mundos, el de los indígenas y el de los blancos). Pero ninguno de esos conflictos se profundizan para tornarse en una tesis que sostenga la trama. No necesariamente es una culpa de guión sino un efecto colateral de la elección del género, menor (precisamente) por esas limitaciones.



Luhrmann hecha mano a todos los recursos visuales de la fotografía de Mandy Walker y la dirección artística de Ian Gracie y Karen Murphy. Pero los chisporroteos visuales no logran sostener una película. Algunas escenas son deliciosas y plenamente disfrutables sólo en cine. Pero “Australia” no es un ejercicio para no cinéfilos.



Vale destacar las actuaciones del nenito Brandon Walters como Nullah y David Gulpilil (el actor de “El rastro”) como el Rey George. Y un pequeño momento, pero que permitió sugerir el potencial de un personaje desaprovechado, en el baile con Nicole Kidman de Bryan Brown, el Sr. Carney, el magnate ganadero australiano.



Escenas destacadas: la secuencia del baile; la presentación de Lady Ashley al capataz; la competencia en el muelle por ver quién sube primero su ganado al barco del gobierno; la monumental secuencia de la estampida con los protagonistas montando al borde del precipicio.



Frases:

Sólo porque sea así, no significa que deba serlo.

-Vamos a casa.
-No hay lugar como el hogar.



Te canté.

CONSEJO: esperar al DVD, sin apuro. Fanáticos de la imagen, apurense a verla en cine.

Mi trabajo me lleva a muchos lugares. Tiene sus inconvenientes. Duermo solo, como solo. Aunque estoy acostumbrado, me gustaría conocer a alguien. Pero es difícil cuando vives siempre con una maleta.

Me enseñaron cuatro reglas. Primera: No hagas preguntas. No hay tal cosa como el bien o el mal. Segunda: No te intereses en gente fuera del trabajo. No existe la confianza. Tercero: Borra cualquier rastro. Llega anónimamente y no dejes nada detrás al irte. Cuarta: Sabe cuando irse. El solo pensarlo quiere decir que ha llegado la hora. Antes de que pierdas tu ventaja, antes de que te conviertas en un blanco. Busca siempre la mejor oportunidad, nada muy riesgoso. Toma el dinero y desaparece para siempre.



-¿El propósito de su visita a Bangkok, Sr. Windsor?
-Vacaciones.

Todos mis clientes tienen algo en común. Viven de la gente. Hay mucho dinero en la miseria. Donde hay dinero, hay competencia. Y el sujeto que me paga, usualmente gana.

Pero si permaneces invisible mucho tiempo, la raza humana te comienza a parecer otra especie. Así que te aventuras a salir, a observar... y al final, regresas a tu mundo invisible. Como un fantasma.



La cara humana puede engañarnos de cientos de maneras distintas. Pero los ojos nunca cambian. Fui educado para empezar por el ojo.

-Él es un hombre malo, ¿no?
-¿Quién?
-El hombre en el maletín. ¿Usted va a matarlo? ¿Puede enseñarme?
-¿Enseñarte qué?
-Todo.

¿Por qué no lo maté? Tal vez porque, y esto es extraño, de alguna manera, cuando miré dentro de sus ojos me vi a mí mismo. Entonces, me convertí en su maestro.



Un asesinato político no estaba en el contrato. Entonces, hay dos formas de seguir: rechazar el trabajo e irse ahora o hacer el trabajo e irse rico.

La verdad es que casi cualquier persona puede eliminar a un político. Eso no es lo difícil. Lo difícil es escaparse.

Cuando la pesadilla se convierte en realidad, no vacilas... no piensas… Sólo corres. Cualquiera en el camino caerá. Es bastante simple. Ahora tú eres el blanco.

Sácala de aquí. Te despejé el camino. Tengo un trabajo más.

PELIGRO EN BANGKOK

Los hermanos Pang son dos gemelos hongkoneses que, tras colaborar en varias películas, se asociaron para codirigir, en 1999, un guión propio: “Bangkok dangerous”. Después se encontraron el éxito de “El ojo”. Y ahora no se les ocurrió mejor idea que hacer una remake de ese primer filme, con Nicolas Cage como protagonista. El filme no es perfecto, tiene cierta pátina de fatiga, un aire de repetición que conspira contra su potencial. Pero no deja de tener algunas ideas interesantes, cierta melancolía propia que le da algunos puntos extra.

No es un filme de acción clásico. No esperen ediciones épicas, persecuciones frenéticas, ni metarreferencias cinéfilas. No. “Peligro en Bangkok” tiene cierta austeridad innata, una contemplación desde las cimas de la violencia. No es la acción la clave del filme, sino la elección ética de un hombre al final del camino. Un solo acto que (tal vez) lo redima de todo lo anterior. Amor y amistad. Las decisiones que justifican una vida. Esa es la idea principal del filme y, dentro de ese margen acotado, “Peligro en Bangkok” funciona. No es un clásico, no es uno de los puntos altos de la historia del cine, seguramente no estará entre los títulos más memorables de este año, pero no es el bodriazo que despertó la ira de los cinéfilos.



Gran parte de la bronca está apuntada a Nicolas Cage, uno de esos actores “amelo o déjelo”. Es cierto que no presenta muchos recursos y que su “cara de atormentado número 253” empieza a repetirse un poco, pero no desentona del todo. El filme no fracasa por él y (tampoco) sin él hubiera sido mejor. Para los que dicen que su carrera viene en pendiente, a primer vuelo, algo como “The weather man” o “El señor de la guerra” no parecen puntos de una trayectoria en caída libre. Si es cierto que los actores secundarios no ayudan mucho para levantar la historia, ni la chica sordomuda, ni Kong, el discípulo cadete.

Con esas limitaciones, con su fotografía de neón y paleta fría, “Peligro en Bangkok” no es ni muy muy ni tan tan. Un filme correcto, casi ideal para ver en un sábado sin pretensiones con una pizza y una cervecita.



Escenas destacadas: la escena final cuando Joe se enfrenta a la policía; la escena en la que Joe liquida a los matones, mientras camina al lado de la chica sordomuda que no registra la batalla que pasa a su lado; el “trabajo” en medio del tránsito, contando los segundos.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: esperar al DVD.

Todo lo que digo es verdad, incluso si no hablo.

Siempre alguien tiene que morir primero. De lo contrario, no pasa nada.

En los juegos eres quien quieras y lo que quieras ser. Aquí sólo eres una persona, ese idiota que ves en el espejo al que tengo que enseñarle todo.

Todo está planeado. Todo es estrategia.

Porque siempre hubo algo en mí. Algo en mí y con mis manos.

Cuando él era un bebé siempre estaba ido. Nunca me miraba. Siempre miraba a través de mí.

Todos los años tienes alguno. Siempre están solos en el patio del colegio. Se te parte el corazón al verlos. Pero, ¿qué puedes hacer?

¡Perdedor! ¡Perdedor!



-Yo he escuchado que sus resultados escolares son buenos. Son buenísimos. Entonces, ¿por qué deberían buscar una nueva escuela?
-Porque fue amenazado de muerte, por ejemplo.
-Sí, bueno, eso pasa. Cosas que pasan. No deberían, pero pasan.

En un debido momento, recibes un sello. “Autismo”. Como una bofetada. Pero esa palabra... Para mí es sólo un chico, sólo un chico. Para mí es Ben.

SCARLITE DICE: EL FIN = COMIENZO



Debes aprender a sentirte bien. Aprende a sentirte bien.

Hay agua en tus ojos, mamá. Realmente hay agua en tus ojos, Pero sé que está salada y húmeda. Salada y húmeda. La gente dice que no tengo sentimientos porque no los tengo... Pero podría. Lo sé... ¿Recuerdas cuando era pequeño? Siempre trataba de detener las lágrimas, que volvieran a tus ojos. Eso era simplemente porque no quería verte triste.

Tenía un montón de pensamientos. La caída de la noche. Ir al final del dolor. La sangre puede ser linda.



Él nunca sabía lo que debía decir. Por eso sabía cómo se sentía.

Yo recuerdo bien que una vez preguntó: ¿cuántas razones necesita un hombre para cometer suicidio? Y dije: “¿Qué?” Sí, eso fue lo que dijo. “¿Son dos, cinco, diez?”.

Fin del juego. Mi plan. El plan de una palabra. Asesinato. El asesinato de mi mismo. Tomar el tren hacia ningún lugar.

Hay una ventaja en el suicidio: no tienes que buscar a la víctima muy lejos...

¿Quieres irte de este mundo, Ben? Ahora vete. Pero si quieres tomar venganza, Ben, véngate, entonces. Porque si no, eres lo que ellos llaman... un perdedor. Juega para ganar, Ben. Todo es planear. Todo es estrategia.



Fue idea de ella. Hay misiones que son muy grandes para dos. "Tienen que ayudarme", dijo él. Y lo ayudamos.

Lo único que tomaron de mí, fue un video. Y yo... ya no estaba.

Muerte creativa, le llaman. Suicidio sin crimen. Morir sin salida o escape sin muerte. Tengo todo para aprender. Pero lo principal, fue olvidado. Aprender a mentir.

Tuvo que morir primero. De otra manera ustedes no hubieran aparecido.

Su autismo es su problema, pero para él no es un problema. Son los demás.
Ese es su problema. Los demás.

Siempre es lo mismo... la gente ve un caballo y quieren montar. Pero… ¿a los animales nadie les pregunta? ¿No crees? Porque si tan solo pudiesen elegir...

BEN X

Más que interesante película belga, representante de su país en los Oscars 2007, que va a pasar desapercibida por las pantallas locales, pese a la buena crítica recibida. Hay algunas ideas por demás interesantes en la historia, planteada con una estética muy peculiar, aprovechando el desorden temporal de los testimonios de los protagonistas para sugerir un final que refuerza el efecto sorpresa del desenlace.

“Ben X” es la película basada en la novela de Nic Balthazar, director del filme. Inspirada en hechos reales, el drama de un adolescente autista que se suicidó por las constantes burlas de sus compañeros de escuela. En este caso, Ben sufre del síndrome de Asperger, un tipo de autismo, caracterizado por la incapacidad del enfermo en decodificar las señales emocionales que las personas emiten por el lenguaje corporal. Son ciegos emocionales, personas incapaces de reconocer el significado de una sonrisa y que suelen obsesionarse con un tema, al que llegan a dominar a la perfección; generalmente los atraen las cosas ordenadas.



Ben opera en dos niveles de “realidad”: el plano del videojuego (el “Archlord”) donde llega a un altísimo nivel 80 y a la vida real, mucho más violenta y agresiva que el mundo digital. Uno puede creer que el vértigo, el sadismo, la violencia descontrolada es propiedad exclusiva del videojuego. Pero, valga la paradoja, ahí es un oasis para Ben. La aventura, la trágica aventura, es salir de su casa y poner un pie en la calle. La interacción con la especie humana es una epopeya peligrosa.

En secuencias de falso documental, se retrata, con mucha habilidad, el grado de hipocresía de docentes, policías y psicoanalistas, que expresan, con cara de circunstancia, acongojadas palabras sobre lo inevitable de la tragedia de Ben y de lo imposibilitados que estaban de hacer algo. Es el mayor acierto del filme, poner al descubierto las excusas de aquellos que deberían actuar. “No es al autismo su problema. El problema son los otros” dice el padre de Ben cerca del final y ahí pone el acento en quién es responsable. Los canallas que torturan física y psicológicamente a Ben, reciben todos los privilegios de un sistema que les sirve de cómplice. Cuando no hay ánimo de modificar la realidad, es muy cómodo criminalizar a la víctima. “Los preparamos para triunfar en el duro mundo real. Y no todos pueden lograrlo” dice un docente, con total caradurez. La cabalgata de psicólogos inventando pruebas, diagnósticos, letreros, donde estandarizar (y estigmatizar) el rico mundo interior de Ben.



Porque ese es el otro tema de la película, el motivo principal. No importa si padece del síndrome de Asperger o de un granito en la nariz: Ben es un ser humano. Por eso sólo es especialísimo. Por eso sólo es diferente a todos. Y por esa especificidad debería ser tratado con cariño, respeto y amor. No es Ben el enfermo; los enfermos son los que lo rodean, sus compañeros de escuelas, sus maestros, sus doctores y sus padres.

Otro tema interesante es si es necesario alterar la realidad en la que alguien vive confortablemente para adaptarlo a la realidad de los otros, los “normales”. Ben encuentra un paraíso en el mundo virtual, en la compañía de la virtual Scarlite. ¿Por qué debe descender al mundo real? ¿Qué necesidad existe de extraerlo de su mundo? Sutilmente, el guión plantea la dictadura de la mediocridad. Quien debe cambiar es Ben, disminuir su nivel intelectual, para adaptarse al contexto gris que lo rodea. El mundo no debe hacer ningún sacrificio: se siente satisfecho en su curso de villanía e imbecilidad.



“Ben X” se luce por un elenco notable, con actuaciones verdaderamente convincentes, en el que sobresale el descomunal trabajo de Greg Timmermans como el protagonista. Un babita teen para Laura Verlinden, la noviecita virtual de Ben.

Respecto al sorpresivo final (¡me muero de ganas de contarlo!) puede desilusionar a alguno, pero me pareció apropiado. Es una interesante vuelta de tuerca que devuelve el golpe junto a Ben y apuesta por mandar al traste a todos aquellos educadores y sanadores que, desde el cómodo sitial del establishment, sugieren soluciones generales sin preguntarse qué es lo que pasa con el tipo que sigue sus recetas.



Escenas destacadas: el viaje alucinógeno de Ben; el video del suicidio; la aparición de Scarlite en el andén; la escena en el sepelio; la cruel burla en el aula, con los “amigos” gritando “¡Perdedor!”.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: ir a verla. Si no, anote para el DVD.

-¿Va a asistir a la conferencia? ¿En la que van a hablar de microorganismos que probablemente vivan más que nosotros?
-No, no creo.
-Vamos. La puedo llevar.
-No puedo. Me esperan mis condiciones extremas.

-Segundos para colisión 7… 6,5,4,3,2,1...
-¿Dondé está?
-¿Qué pudo haber ..?
-¡Silencio! Repita. El cuerpo aún se acerca.

-Creo que no hemos hecho la pregunta.
-¿Cuál pregunta?
-Para empezar, ¿qué pasó con nuestro satélite?

-¿Qué información obtuvieron de su ADN?
-Usted no comprende. Es algo muy complicado. Con ese código los científicos trabajarán por mas de 10 años.
-No, no lo harán. Ese código pertenece al gobierno de los Estados Unidos.

-¿Es el representante de alguna civilización?
-Soy el representante de un grupo de civilizaciones.
-¿Y dónde se encuentran?
-En todas partes a su alrededor.

-Éste es nuestro planeta.
-No, no es así.
-Adminístrenle un tranquilizante y llevenlo a un lugar seguro.

-Él es un representante de una civilización extraterrestre. Es el descubrimiento más importante en la historia de la humanidad.
-A ver si no se convierte en el último.

-¿Por qué la gente esta asustada? Lo que hay que hacer es pelear.
-No vinieron a pelear.
-De todas maneras hay que matarlos. Por si acaso.



-¿Hay que huir o enfrentarse?
-Ni lo uno ni lo otro.
-¿Y qué hay que hacer?
-Ustedes no pueden hacer nada.

-Pelean por todo y no son capaces de cambiar.
-¿Ellos sabrán lo que les espera?
-Lo peor de todo es que si lo saben.

-No puede quedarse aquí.
-Puedo, y me quedaré.
-Entonces morirá.
-Lo sé. Ahora vivo aquí.
-Usted mismo dijo que los humanos son destructivos.
-Es así. Pero también tienen otras cualidades. Comprenda, yo... los amo...

-Estamos recibiendo noticias de todas partes sobre las esferas.
-¿De qué agencia?
-De varias. Está todo en Internet.



-... al parecer las esferas se van de nuestro planeta... llega el fin de la invasión... sólo queda la esfera del Central Park.
-Se asustaron.
-Ellos no nos temen.

Si muere la Tierra, mueren ustedes. Si mueren ustedes, la Tierra se salva.

El proceso se inició.

-¿Y ustedes no tienen tecnología que nos pueda ayudar a resolver nuestro problema?
-El problema no es la tecnología. El problema son ustedes. Ustedes no tienen deseo de cambiar.



¡Oh, lo olvidé! Eres extraterrestre. No entiendes nada.

La muerte no es el fin. Nada desaparece. Simplemente se transforma.

Tu profesor tenía razón. Ante la muerte, cambiamos.

-La esfera y él se marchan.
-No. Él se marcha.

EL DÍA QUE LA TIERRA SE DETUVO

Remake de un clásico de la ciencia ficción, “El día que la Tierra se detuvo” es fallida, como casi toda remake de los últimos tiempos. Y pese a las carencias de imaginación de esta versión del director Scott Derrickson y del guión de David Scarpa y las falencias del casting, todavía sigue teniendo fuerza algunas ideas que repican de la versión original. Si en los '50, el futuro de la Humanidad estaba amenazada por la Guerra Fría y el holocausto nuclear, en estos primeros años del siglo XXI, el peligro es el desastre ecológico. En suma: tanto antes como ahora, la estupidez humana como denominador común.

Una idea interesante es quiénes son los líderes que nos representan. En algún momento de la película, Klaatu dice que quiere hablar con los líderes de los humanos. Ya ha tenido una buena dosis de estupidez con una Secretaria de Defensa estilo Rice, en la piel de Kathy Bates. La Dra. Benson le dice que esos son los líderes equivocados y lo lleva a hablar con un científico (breve y desaprovechado parlamento con John Cleese). Ahí había una punta interesante para enriquecer el guión: ¿qué clase de dirigentes tienen los humanos? ¿En qué momento se resignaron a ser liderados por tanto hipócrita, incapaz y mediocre? Como es de esperar, el guión pasa de largo por el tema.

Otra punta, tocada y desaprovechada, es el mencionado diálogo (muy breve) entre el Dr. Barnhardt y Klaatu, en el que el primero empieza a jaquear, con sus preguntas, la decisión alienígena de aniquilar a los humanos por el bien del planeta. La escena se resuelve a los tumbos y con una huida improvisada. Pero era el tema central: una sociedad evoluciona cuando se siente amenazada. Sólo ahí, cuando ve la muerte de cerca, rompe la inercia y cambia.



Está muy desdibujado el personaje de la Dra. Benson, la científica que interactúa con el alienígena destructor. Su conflicto dramático (murió su pareja y quedó a cargo del hijo de él) no es funcional al conflicto central de la Tierra a punto de ser destruida. Personalmente me hubiera gustado que la Dra. Benson estuviera del lado del nihilismo, del “no hay nada que hacer” y que acepte la destrucción de la Humanidad como un caso sin solución. Para eso, la Dra. Benson tiene que estar pasando por un mal momento. Vale la muerte de su pareja. Pero hay que agregarle algo más. ¿Por qué no plantear que tanto su esposo como su hijo han muerto, por un crimen infame o un accidente negligente? Se explicaría el pesimismo por el futuro de la especie humana y que la búsqueda de argumentos para evitar el Juicio Final le sirva, a ella misma, para superar su dolor y duelo. Que hay un rayito de luz al final, tenue pero existente, para darle otra chance a la Humanidad y creer en la bondad de las personas.

A las debilidades del guión (que la dirección intenta suplir con excelentes efectos visuales), se suma la falta de química de la pareja protagónica. Por algún motivo, Keenu Reeves no genera nada con Jennifer Connelly. La morocha de ojos verdes por la que hemos suspirado en esta página, presenta una variante Botox impávido que logra el efecto de ser menos expresiva que el propio Keanu Reeves (y me animaría decir que el Robot de hojalata que no tiene ningún propósito funcional en el filme, más que recordar al robot célebre de su antecesora).



Otra pifiada del casting es la elección de Jaden Smith, como el chiquito que debería enternecer al alien y replantearse su propósito genocida. Bueno, sólo con ver las pocas escenas que Keanu comparte con Jaden, uno empieza a entender porque el tipo se quiere convertir en un nuevo Herodes.

Todas estas fallas hacen de “El día que la Tierra se detuvo”, un filme olvidable, sólo como consulta para los seguidores del género.

Escenas destacadas: el descenso de la esfera en el Central Park; la destrucción del estadio de fútbol y del camión en la ruta; el primer diálogo de Klaatu con la Secretaria de Defensa.



El personaje: el alien observador que confirma la necesidad de destruir el planeta pero que a la vez decide quedarse a compartir la suerte de los humanos, porque se ha enamorado de ellos.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: esperar al DVD, sin ningún apuro.

Se viene, se viene, la más esperada de las selecciones del tradicional Ranking Chatarra. Los Premios Perro de Pavlov a las Diosas del Celuloide 2008.

Recordamos las elegidas de años anteriores, para que vean el nivel de exigencia de este ranking.


2001: Nicole Kidman (“Moulin Rouge”)


2002: Salma Hayek (“Frida”)


2003: Rebecca Romijn-Stamos (“Mujer fatal”)


2004: Ludivine Sagnier (“La pileta”)


2005: Cameron Diaz (“En sus zapatos”)


2006: Uma Thurman (“Los productores”)


2007: Carice Van Houten (“Libro negro”)


¡Qué complicado! ¡Qué parejo! ¿Cómo elegir a unas y relegar a otras? ¡Qué injusticia! Pero bueno, puestos a elegir, éste es nuestro ranking para el año que se fue.

Perro de Pavlov de Oro 2008 a:


KEIRA KNIGHTLEY

Arrimaba el bochín desde hace varios rankings, pero este año se consagró saliendo de la fuentecita, vestidito pegado al cuerpo, en “Expiación, deseo y pecado”.



¡Diosa! ¡Diosa! ¡Se me sublevan los Piratas del Caribe! ¡Fuerte ese aplauso para la elegida del 2008!



La vimos como Duquesa a fin de año, pero sin el alto voltaje erótico de “Expiación...”.



Bienvenida al ranking, Keira y... ¡a ver si se repite!

En segundo lugar...

Perro de Pavlov de Plata 2008 a:


ROSE MCGOWAN

Bailarina ago-gó nos voló la cabeza (literalmente) con su pata de ametralladora en “Planeta Terror”



En esa película, Rose demostró que levanta a cualquier muerto y si hay alguien que tenga alguna duda, vean el baile que acompañan los títulos iniciales de la película.



¡Cerebro! ¡Cerebro! ¡Grande Rose! Ametrallame con gusto y llamame Bin Laden...

Por último...

Perro de Pavlov de Bronce 2008 a:

LEONOR WATLING

El look “sólo delantal para hacer el desayuno a la mañana” fue lo que más recordamos de “Crímenes de Oxford”, una de las más flojas películas de Alex de la Iglesia.



Leonor nos pone contra el frontón y nos gana en sets corridos. ¡Ídola!



Justicia en este podio.

Para las que no llegaron al podio, vale mencionarlas, porque lo que vale es competir y no ganar. Las Diosas finalistas del Baba Memorial 2008:


Julie Gayet, la amiga socia del anticuario Coste en “Mi mejor amigo”.


Charlotte Gainsbourg, flaca, media tabla, dientuda y con poca cola, pero con un carisma que derrite la pantalla, en “Mi novia Emma”.


Julie Christie, seductoramente otoñal, en “Lejos de ella”


Naomi Watts, llenando sus jeans, en “Promesas del Este”


Nadine Labaki, la curvilínea peluquera libanesa de “Caramel”


El desnudo de Kseniya Rappoport al principio de “La desconocida”.


Natalie Portman en “El sabor de la noche”.


Rachel Weisz en “El sabor de la noche”.


Liv Tyler, rellenita y todo, en “El increíble Hulk”.


Cécile de France en traje de baño en “Un secreto”.


Ludivine Sagnier, bebota debilidad de esta página, en “Un secreto” y como Gabrielle, la chica juguete sexual de un maduro escritor en “Una mujer partida en dos”.



Diane Kruger tomando una duchita imaginaria en “La edad de la inocencia”.


Marie-Josee Croze, las bella terapeuta de “La escafandra y la mariposa”.


Las chicas de la clínica de selección racial nazi en “Yo serví al Rey de Inglaterra”.


Ronit Elkabetz, la bella israelí dueña del bar que aloja a la orquesta árabe de “La visita de la banda”.


Emanuelle Seigner, la diva con lomazo de “Backstage”.


Angelina Jolie, el infartante ángel de la muerte de “Se busca”.


Leticia Brédice, la maestrita rural de “El frasco”.


Diane Fleri, la seductora novia, tercera en discordia, entre los hermanos de “Mi hermano es hijo único”.


Wei Tang, la chinita que protagoniza tórridas escenas en “Crimen y lujuria” de Ang Lee.


Paula Patton, la morocha con blusa empapada, en “Espejos siniestros”.


Saffron Burrows, la británica con clase de “El gran golpe”.


Selma Blair, la novia de Hellboy en “Hellboy II: el ejército rojo”.


Catherine Zeta-Jones como odalisca psíquica en “El último gran mago”.


Olga Kurylenko, pollerita corta y botas negras, en “Max Payne”.


Asia Argento como la mamá perversa de “El corazón es engañoso por sobre todas las cosas”.


El desnudo de Marisa Tomei, en “Antes de que el diablo sepa que estás muerto”.

Etiquetas: ranking 2008