sábado, diciembre 29, 2007
haceme pata
CUATRO MESES, TRES SEMANAS Y DOS DÍAS
Ganadora en Cannes, otra película rumana que llama la atención en las pantallas locales de estos días. Integrante de una serie de relatos sobre la época comunista (“Cuentos de la edad dorada”), esta película escrita y dirigida por Cristian Mungiu puede llevar una gran desilusión a aquellos que vayan creyendo que es una historia sobre el aborto. Hay un aborto (y es el tema central del filme), pero me parece que la intención del director no es enfocarse tanto en las implicaciones éticas del aborto, sino en describir una manipulación, en cómo, en una época en que el miedo era moneda corriente, las personas eran monedas de cambio, como los paquetes de cigarrillos, las golosinas o los jabones que se permutan, en forma reiterada y tediosa, a lo largo del filme.
“Cuatro meses, tres semanas y dos días” tiene una puesta en escena aparentemente simple: una cámara fija y los actores moviéndose delante de ella. Gran parte de las escenas echa mano a ese recurso. Y el filme tarda en “empezar”. Vemos muchas transacciones, muchos arreglos, armados de bolsos, compras de cigarrillos, reservas de habitaciones. Cada operación normal en una economía de mercado, un simple arreglo entre las partes, en los últimos estertores del comunismo es un complicado juego de arreglos, de concertación de voluntades, de identificación de propósitos. Se observa un claro desprecio al otro, un uso despótico del relativo poder que se pueda tener en un régimen autoritario. Esa es una clave del filme. Un lugar común que se observa en cada escena.
La protagonista del filme es Otilia. No es la que aborta, sino la que mueve la acción en todos los sentidos. En una primera lectura, es su accionar la que mueve los obstáculos que impiden que su amiga, Gabita, aborte. Resuelve, uno a uno, todos los problemas que se presentan en su camino, como la reserva de la habitación, el contacto con el abortista, el “precio” a pagar. En paralelo, está la relación de Otilia con su novio Adi, una aparente buena relación que ya está mostrando brechas desde el primer momento (y que explota cerca del final).
Pero hay una segunda lectura más perversa, que me gusta más y me parece que es la línea con la que juega el director rumano. En realidad, quien mueve los hilos es Gabita quien, desde su papel de víctima, manipula cada acción que tomará Otilia. Hay un diálogo clave, tras la aplicación de la sonda, en la habitación del hotel, cuando Otilia le pregunta a Gabita por varias decisiones que ocasionaron la situación comprometida en la que están. Otilia se ha dado cuenta, en ese momento, que ha sido manipulada, desde el principio al final, por su amiga. No en vano, poco después, romperá con su novio: ha adivinado la manipulación de la que ha sido objeto en esa relación.
Esta interpretación le da más sentido a toda la introducción burocrática del filme, porque Mungiu inspecciona un aspecto más sórdido de la vida cotidiana en un régimen autoritario: las personas utilizan a otras personas, como medio para alcanzar sus objetivos.
El encuadre, el deterioro de los decorados, los colores desvaídos de la fotografía, la sensación de óxido cotidiano que transmite la decadencia de un régimen están lo suficientemente bien logrado para hacernos participarnos de esa angustia de alguien preso en un laberinto sin salida. Si el espectador logra percibir esos detalles y participar del juego, disfrutará de “Cuatro meses…”. El que vaya buscando alguna declaración altisonante o una definición a favor o en contra del aborto, terminará como el tipo sentado en la butaca detrás de mí que sentenció con un “¡qué mierda!” sobre los títulos finales. Ni muy muy, ni tan tan. “Cuatro meses…” no es la mejor película del planeta, tampoco la peor. Tiene elementos muy sutiles y la identificación de esas pistas, dispersas en la trama, son las que la hacen interesante.
“Cuatro meses…” tiene la actuación fundamental de Anamaria Marinca, vital para sostener la tensión dramática de la historia. El resto del elenco secunda con solidez, pero lo de Marinca es antológico. Una actriz para seguir de cerca (una babita detrás de la Cortina de Hierro, please).
Escenas destacadas: el desecho del feto abortado; la “negociación” por el precio del aborto; la fiesta de cumpleaños de la mamá de Adi (noten que la cámara no se mueve en toda la única secuencia); la escena final del restaurante.
Frases:
¿Kent tienes?
No sé, pero me da la sensación de que hemos empezado con mal pie...
-¿De cuánto está?
-De tres meses.
-Al teléfono eran dos...
-Cuando hablamos estaba de dos... Ahora estoy de tres...
Vámos a hacer cuentas... Noviembre, diciembre, enero, febrero... ¿Cuántos meses son?
Está bien... Póngale esa sonda...
En ningún caso tiren el aborto en la taza, porque se atasca.. ¿está? Ni entero ni en trozos. ¡Ni se les pase por la cabeza! Y tampoco lo entierres para que lo encuentren los perros...
-Pensé que era mejor así...
-¿Si?... Pues no lo pienses más... Y si quieres mentir, al menos dímelo...
-A Grigore, cuando me casé con él, si no le hacía el puré de patatas como se lo hacía su madre, no se lo comía...
-¡Y sigue sin salirte el puré como a mi madre!
-Nosotros, de jovenes, tampoco estábamos de acuerdo con nuestros padres...
-No los defiendan tanto, que ya están demasiado acostumbrados a tenerlo todo hecho...
-Lo que no entiendo es qué sentido tiene esta charla mientras no lo estés...
-Es para saber lo que puedo esperar de tí
¿Sabes por qué has pedido perdón?
Escucha... ¿sabes lo que creo que deberíamos hacer? No volver a hablar de esto jamás.
CONSEJO: para seguidores del cine arte. Se puede esperar al DVD.
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