viernes, marzo 16, 2007
frases de “La reina”
“Inquieta reposa la cabeza que lleva la corona”
Enrique IV
-Se suele olvidar que usted, en tanto que soberana, no tiene derecho al voto.
-No.
-Sin embargo no siento pena por usted. Porque usted no tendrá derecho al voto, señora, pero el gobierno es suyo.
-¿Ha estado toda la noche despierta?
-Sí, señora.
-¿Y ha salido lo que se esperaba?
- Sí, señora. Mister Blair, con mayoría total de votos.
-No te olvides que has sido elegido por casi todo el país.
-Pero ¿sabes?, ella es la reina.
-¿Ya le han dado instrucciones para iniciar una guerra nuclear?
-No.
-Eso es lo primero que hacemos. Aparentemente... Después le quitamos el pasaporte y pasamos el resto del tiempo enviándolo por todo el mundo.
-Conoce usted mi trabajo mejor que yo.
-Usted es mi décimo Primer Ministro, señor Blair. El primero fue Winston Churchill.
-Majestad, mi partido ha ganado las elecciones. He venido a pedirle su permiso para formar...
-No, señor Blair, soy yo quien se lo pide.
-Se trata de la Princesa de Gales.
-¿Qué ha hecho ahora?
-Mi secretaria privada ha encontrado una agencia de viajes de Nueva York que me vende un vuelo a París con escala en Manchester. Quizás ahora quieras considerar si es también una extravagancia devolver a casa a la madre del futuro rey de Inglaterra en uno de nuestros aviones.
- Está bien, por supuesto.
Algo como que Diana amenaza con ser aún más molesta de muerta que de viva.
No es tiempo de recriminaciones, sino de tristeza. No obstante quiero decir lo que siempre pensé, que al final la prensa la mataría. Pero nunca hubiera podido imaginar que lo fuera de una manera tan directa como parece haber sido. Los editores y directores de las publicaciones que han pagado por conseguir y publicar fotos indiscretas de ella, tienen hoy sus manos manchadas de sangre.
- ¿Vas a hablar con la reina?
- Sí.
- Pregúntale si fue ella quién engrasó los frenos.
Arruinaron su vida, ¿quieren arruinarle también su muerte?
Era la "Princesa del pueblo". Y así se quedará en nuestros corazones y en nuestra memoria para siempre.
Mi madre, la Reina, pertenece a una generación muy endurecida. Creció durante la guerra. Yo pienso que necesitamos, que este país necesita un punto de vista más moderno.
-¿Crees que sea apropiado que los chicos vayan de caza tan pronto?
-Para que respiren un poco de aire fresco, cualquier cosa es buena.
-No deberían llevar escopeta. Si les viera un fotógrafo, podrían sacar conclusiones erróneas.
-Si hubiera un fotógrafo, sería la primera pieza cazada del día.
-El señor Fayed fue enterrado anoche. A medianoche. Sin cámaras ni tumultos.
-Muy digno.
-¿El Tay Bridge?
-¿Cómo?
-Ése es el nombre en código de mi funeral.
-Así es. Pero sólo se haría así por razones prácticas. Es el único para el cual se han hecho pruebas.
Esta noche pensaba en qué habría hecho Diana si hubiera sido yo el muerto en el túnel.
-Fuera lo que fuera que pensaras de ella, Diana era una madre maravillosa. Adoraba a sus hijos y se lo demostraba continuamente. Era muy afectuosa. No temía demostrar sus sentimientos.
-Sobre todo si había por ahí un fotógrafo.
Sus debilidades y sus transgresiones hacían que la gente la quisiera aún más. A nosotros nos detestan por las nuestras. ¿Por qué nos odian?
-Dimos nuestro consentimiento. Tú estabas encantado, ¿te acuerdas?
-Era una chica muy simpática, en aquél entonces. Pensaba que dejaría a la otra o que, como mujer, lo ignoraría. ¿No es lo que hacen todos?
-¿Tú crees?
-¿Puede alguien, por favor, salvar a toda esta gente de ellos mismos?
-Quizás para algunas personas el pendón real no sea más que una bandera. Y el mástil vacío trasmite así un mensaje equivocado.
-No es esa la cuestión. Tiene más de 400 años y nunca ha sido arriado para nadie. Para tu abuelo no estuvo a media asta cuando murió. Y si tu madre muriera mañana, tampoco lo estaría.
-Sí, abuela, pero en situaciones como éstas se necesita flexibilidad. Sólo es una bandera.
-Tranquilo. En 48 horas todo se habrá calmado.
Pero se equivocan al pensar que la Diana que ellos conocieron es la misma Diana de la gente. No es así. Las dos Dianas, la pública y la nuestra no se parecen en nada.
-Es inimaginable que este país se convierta en república. Al menos mientras ella viva.
-¿Por qué?
-Nadie lo quiere. No es más que una idea estúpida.
-¿No lo dirás por tu madre?
-¿Cómo?
-Si tu madre estuviera viva tendría su misma edad, verdad. Tú decías que era muy estoica, a la antigua, sin una queja, Había vivido la guerra. ¿No te recuerda a nadie?
-Voy a lavar los platos.
-“Hace años que la gente espera algún cambio. El resultado es una revolución pacífica, dirigida por el auténtico modernizador: el pueblo británico”.
-¿Revolución? ¿Quién ha escrito eso? ¿De dónde sacaste eso?
-¿De verdad lo quieres saber? Has obtenido una holgada mayoría.
-La gente quiere un cambio. ¿Qué pensabas que eso significaba?
No creo que nadie conozca mejor que yo al pueblo británico. O que tenga mayor confianza en su juicio y buen sentido. Estoy convencida que así se reforzaría aún más el estado de ánimo que la prensa está fomentando, dejando mi lugar en un periodo de honda tristeza y sobria condolencia privada. Así es como lo hace este país. En silencio y con dignidad. Y es por cosas así que el resto del mundo siempre nos ha admirado.
Entiendo lo rígido e inútil que le pueda parecer su comportamiento. Pero intente ver las cosas desde su punto de vista. Le han enseñado a creer que ella es lo que es por voluntad de Dios.
-¿Qué piensa del comportamiento de la Familia Real?
-Han cometido un grave error.
-¿Perdón?
-Cometieron un grave error.
-¿Qué quiere decir?
-Debieron volver a Buckingham Palace, el domingo por la tarde. Toda la familia. La han dejado sola, el palacio está vacío.
-Duermen en las calles y se tiran de los cabellos por alguien que ni siquiera conocían. ¡Y los locos somos nosotros! ¿Viste el último elenco de invitados?
-No.
-Mejor que no los veas. Un montón de estrellas de telenovelas y homosexuales. Parece que Elton John irá a cantar. Un gran debut para la Abadía de Westminster.
Me recuerda aquella película. Unos pocos de los nuestros en un fuerte
y fuera toda una horda de zulúes. Lo fundamental es resistir, abrazado fuertemente a tu fusil. Pronto volverán en sí. Así tiene que ser.
Dónde está nuestra Reina? ¿Dónde está su bandera?
Madam, según un sondeo que se publicará mañana, para un 70% de la población, su comportamiento daña la monarquía. Una persona de cada cuatro es favorable a la abolición de la monarquía.
-Algo ha pasado. Se ha producido un cambio en los valores. Cuando ya no entiendes a tu pueblo, mamá, es que ya es hora de pasarle el testimonio a la nueva generación.
-No seas ridícula ¿No recuerdas el juramento que hiciste? "Declaro que mi vida entera, por larga o breve que sea, estará dedicada a serviros”. Toda la vida. Un compromiso que has adquirido con Dios y tu pueblo.
-¿Y si mis acciones dañan a la Corona?
-¿Dañan? Tú eres el mejor valor que tiene esta institución. Uno de los más grandes que haya tenido nunca. No. El problema vendrá cuando tú ya no estés. No pienses en eso. Y menos hoy.
En cuanto a ese bobo de señor Blair con su sonrisa de gato de Cheshire...
Es un hecho muy inusual, y casi sin precedentes. La última vez que la Reina estuvo entre sus súbditos fuera de Palacio, fue el día que terminó la guerra en Europa. Es como si durante esta semana entre el pueblo y la Familia Real hubiera habido una lucha y que ahora de alguna manera, se reconciliasen incluso con el pasado en el que la Familia Real no conseguía admitir en ella a una persona como Diana….
-Cuando te equivocas te equivocas en grande, ¿no? Esa mujer ha dedicado toda su vida al servicio del pueblo. Cincuenta años haciendo un trabajo que ella no eligió. Un trabajo en el que vio morir a su padre, que ella ha desarrollado con honor, dignidad y sin desmayo. Y ahora todos quieren su sangre. Sólo por que ha salido a guiar al mundo que está de luto por una persona que siempre rechazó todo lo que se le ofrecía y lo que para ella es más querido.
-¿Corazón? ¿Qué corazón? No se está creyendo ni una palabra de lo que dice.
-No importa. Esto que está haciendo es extraordinario. Así es como se sobrevive.
-Óyete. No hace ni una semana eras el gran modernizador que escribía discursos sobre la "Princesa del pueblo". Ahora eres un "almidonado" más.
No entiendo por qué me sorprendo tanto. Al final, todos los primeros ministros laboristas terminan babeándose por la Reina.
¿Vas a ver a tu chica?
-No creo que nunca llegue a entender lo que pasó este verano.
-Se trataban de circunstancias excepcionales. Y al final usted mostró una gran fuerza personal, valor y humildad.
-Usted confunde humildad con humillación.
-Eso no es cierto.
-No leyó las notas sobre las flores aquel viernes.
-Pienso que la historia demostrará que fue una buena semana para usted.
-Y aún mejor para usted, señor Blair.
-En un año hay 52 semanas Y ya han pasado 2500 desde que usted es Reina. Cuando la gente valore vuestro reinado no recordarán esos pocos días.
-¿Usted cree? ¿No cree que la simpatía que la gente una vez tuvo por esta institución se haya reducido?
-No, nada de eso. Ahora usted es más respetada que nunca.
-Alguno de sus estrechos colaboradores no opinan igual que usted.
-Uno o dos. Pero como líder no hubiera podido nunca unir mi voz a aquel coro.
-Porque leyendo aquellos titulares quizás se dijo: "Un día me podría pasar esto a mí”. Y sucederá, señor Blair. De repente y sin ningún aviso.
-¿Me dijo que uno de cada cuatro británicos quería librarse de mí?
-Durante una media hora. Después usted regresó a Londres y todo volvió a ser lo de siempre.
-Nunca había sido tan odiada.
-Debe haber sido difícil.
-Sí. Mucho. Hoy la gente busca glamour y lágrimas, grandes actuaciones. No soy muy buena en eso, nunca lo he sido. Prefiero guardarme para mí mis propios sentimientos. Equivocadamente pensaba que el pueblo quería eso de su Reina. Nunca una queja, nunca hablar con el corazón en la mano. Primero el deber, después lo propio. Crecí así. No he conocido otra cosa.
-Era tan joven cuando la hicieron Reina.
-Sí, era una muchachita. Pero me doy cuenta de que el mundo ha cambiado y que es necesario modernizarse.
-Quizás en eso sí pueda ayudarla.
-Calma, Primer Ministro. Recuerde que soy yo la que le debe aconsejarlo a usted.
Enrique IV
-Se suele olvidar que usted, en tanto que soberana, no tiene derecho al voto.
-No.
-Sin embargo no siento pena por usted. Porque usted no tendrá derecho al voto, señora, pero el gobierno es suyo.
-¿Ha estado toda la noche despierta?
-Sí, señora.
-¿Y ha salido lo que se esperaba?
- Sí, señora. Mister Blair, con mayoría total de votos.
-No te olvides que has sido elegido por casi todo el país.
-Pero ¿sabes?, ella es la reina.
-¿Ya le han dado instrucciones para iniciar una guerra nuclear?
-No.
-Eso es lo primero que hacemos. Aparentemente... Después le quitamos el pasaporte y pasamos el resto del tiempo enviándolo por todo el mundo.
-Conoce usted mi trabajo mejor que yo.
-Usted es mi décimo Primer Ministro, señor Blair. El primero fue Winston Churchill.
-Majestad, mi partido ha ganado las elecciones. He venido a pedirle su permiso para formar...
-No, señor Blair, soy yo quien se lo pide.
-Se trata de la Princesa de Gales.
-¿Qué ha hecho ahora?
-Mi secretaria privada ha encontrado una agencia de viajes de Nueva York que me vende un vuelo a París con escala en Manchester. Quizás ahora quieras considerar si es también una extravagancia devolver a casa a la madre del futuro rey de Inglaterra en uno de nuestros aviones.
- Está bien, por supuesto.
Algo como que Diana amenaza con ser aún más molesta de muerta que de viva.
No es tiempo de recriminaciones, sino de tristeza. No obstante quiero decir lo que siempre pensé, que al final la prensa la mataría. Pero nunca hubiera podido imaginar que lo fuera de una manera tan directa como parece haber sido. Los editores y directores de las publicaciones que han pagado por conseguir y publicar fotos indiscretas de ella, tienen hoy sus manos manchadas de sangre.
- ¿Vas a hablar con la reina?
- Sí.
- Pregúntale si fue ella quién engrasó los frenos.
Arruinaron su vida, ¿quieren arruinarle también su muerte?
Era la "Princesa del pueblo". Y así se quedará en nuestros corazones y en nuestra memoria para siempre.
Mi madre, la Reina, pertenece a una generación muy endurecida. Creció durante la guerra. Yo pienso que necesitamos, que este país necesita un punto de vista más moderno.
-¿Crees que sea apropiado que los chicos vayan de caza tan pronto?
-Para que respiren un poco de aire fresco, cualquier cosa es buena.
-No deberían llevar escopeta. Si les viera un fotógrafo, podrían sacar conclusiones erróneas.
-Si hubiera un fotógrafo, sería la primera pieza cazada del día.
-El señor Fayed fue enterrado anoche. A medianoche. Sin cámaras ni tumultos.
-Muy digno.
-¿El Tay Bridge?
-¿Cómo?
-Ése es el nombre en código de mi funeral.
-Así es. Pero sólo se haría así por razones prácticas. Es el único para el cual se han hecho pruebas.
Esta noche pensaba en qué habría hecho Diana si hubiera sido yo el muerto en el túnel.
-Fuera lo que fuera que pensaras de ella, Diana era una madre maravillosa. Adoraba a sus hijos y se lo demostraba continuamente. Era muy afectuosa. No temía demostrar sus sentimientos.
-Sobre todo si había por ahí un fotógrafo.
Sus debilidades y sus transgresiones hacían que la gente la quisiera aún más. A nosotros nos detestan por las nuestras. ¿Por qué nos odian?
-Dimos nuestro consentimiento. Tú estabas encantado, ¿te acuerdas?
-Era una chica muy simpática, en aquél entonces. Pensaba que dejaría a la otra o que, como mujer, lo ignoraría. ¿No es lo que hacen todos?
-¿Tú crees?
-¿Puede alguien, por favor, salvar a toda esta gente de ellos mismos?
-Quizás para algunas personas el pendón real no sea más que una bandera. Y el mástil vacío trasmite así un mensaje equivocado.
-No es esa la cuestión. Tiene más de 400 años y nunca ha sido arriado para nadie. Para tu abuelo no estuvo a media asta cuando murió. Y si tu madre muriera mañana, tampoco lo estaría.
-Sí, abuela, pero en situaciones como éstas se necesita flexibilidad. Sólo es una bandera.
-Tranquilo. En 48 horas todo se habrá calmado.
Pero se equivocan al pensar que la Diana que ellos conocieron es la misma Diana de la gente. No es así. Las dos Dianas, la pública y la nuestra no se parecen en nada.
-Es inimaginable que este país se convierta en república. Al menos mientras ella viva.
-¿Por qué?
-Nadie lo quiere. No es más que una idea estúpida.
-¿No lo dirás por tu madre?
-¿Cómo?
-Si tu madre estuviera viva tendría su misma edad, verdad. Tú decías que era muy estoica, a la antigua, sin una queja, Había vivido la guerra. ¿No te recuerda a nadie?
-Voy a lavar los platos.
-“Hace años que la gente espera algún cambio. El resultado es una revolución pacífica, dirigida por el auténtico modernizador: el pueblo británico”.
-¿Revolución? ¿Quién ha escrito eso? ¿De dónde sacaste eso?
-¿De verdad lo quieres saber? Has obtenido una holgada mayoría.
-La gente quiere un cambio. ¿Qué pensabas que eso significaba?
No creo que nadie conozca mejor que yo al pueblo británico. O que tenga mayor confianza en su juicio y buen sentido. Estoy convencida que así se reforzaría aún más el estado de ánimo que la prensa está fomentando, dejando mi lugar en un periodo de honda tristeza y sobria condolencia privada. Así es como lo hace este país. En silencio y con dignidad. Y es por cosas así que el resto del mundo siempre nos ha admirado.
Entiendo lo rígido e inútil que le pueda parecer su comportamiento. Pero intente ver las cosas desde su punto de vista. Le han enseñado a creer que ella es lo que es por voluntad de Dios.
-¿Qué piensa del comportamiento de la Familia Real?
-Han cometido un grave error.
-¿Perdón?
-Cometieron un grave error.
-¿Qué quiere decir?
-Debieron volver a Buckingham Palace, el domingo por la tarde. Toda la familia. La han dejado sola, el palacio está vacío.
-Duermen en las calles y se tiran de los cabellos por alguien que ni siquiera conocían. ¡Y los locos somos nosotros! ¿Viste el último elenco de invitados?
-No.
-Mejor que no los veas. Un montón de estrellas de telenovelas y homosexuales. Parece que Elton John irá a cantar. Un gran debut para la Abadía de Westminster.
Me recuerda aquella película. Unos pocos de los nuestros en un fuerte
y fuera toda una horda de zulúes. Lo fundamental es resistir, abrazado fuertemente a tu fusil. Pronto volverán en sí. Así tiene que ser.
Dónde está nuestra Reina? ¿Dónde está su bandera?
Madam, según un sondeo que se publicará mañana, para un 70% de la población, su comportamiento daña la monarquía. Una persona de cada cuatro es favorable a la abolición de la monarquía.
-Algo ha pasado. Se ha producido un cambio en los valores. Cuando ya no entiendes a tu pueblo, mamá, es que ya es hora de pasarle el testimonio a la nueva generación.
-No seas ridícula ¿No recuerdas el juramento que hiciste? "Declaro que mi vida entera, por larga o breve que sea, estará dedicada a serviros”. Toda la vida. Un compromiso que has adquirido con Dios y tu pueblo.
-¿Y si mis acciones dañan a la Corona?
-¿Dañan? Tú eres el mejor valor que tiene esta institución. Uno de los más grandes que haya tenido nunca. No. El problema vendrá cuando tú ya no estés. No pienses en eso. Y menos hoy.
En cuanto a ese bobo de señor Blair con su sonrisa de gato de Cheshire...
Es un hecho muy inusual, y casi sin precedentes. La última vez que la Reina estuvo entre sus súbditos fuera de Palacio, fue el día que terminó la guerra en Europa. Es como si durante esta semana entre el pueblo y la Familia Real hubiera habido una lucha y que ahora de alguna manera, se reconciliasen incluso con el pasado en el que la Familia Real no conseguía admitir en ella a una persona como Diana….
-Cuando te equivocas te equivocas en grande, ¿no? Esa mujer ha dedicado toda su vida al servicio del pueblo. Cincuenta años haciendo un trabajo que ella no eligió. Un trabajo en el que vio morir a su padre, que ella ha desarrollado con honor, dignidad y sin desmayo. Y ahora todos quieren su sangre. Sólo por que ha salido a guiar al mundo que está de luto por una persona que siempre rechazó todo lo que se le ofrecía y lo que para ella es más querido.
-¿Corazón? ¿Qué corazón? No se está creyendo ni una palabra de lo que dice.
-No importa. Esto que está haciendo es extraordinario. Así es como se sobrevive.
-Óyete. No hace ni una semana eras el gran modernizador que escribía discursos sobre la "Princesa del pueblo". Ahora eres un "almidonado" más.
No entiendo por qué me sorprendo tanto. Al final, todos los primeros ministros laboristas terminan babeándose por la Reina.
¿Vas a ver a tu chica?
-No creo que nunca llegue a entender lo que pasó este verano.
-Se trataban de circunstancias excepcionales. Y al final usted mostró una gran fuerza personal, valor y humildad.
-Usted confunde humildad con humillación.
-Eso no es cierto.
-No leyó las notas sobre las flores aquel viernes.
-Pienso que la historia demostrará que fue una buena semana para usted.
-Y aún mejor para usted, señor Blair.
-En un año hay 52 semanas Y ya han pasado 2500 desde que usted es Reina. Cuando la gente valore vuestro reinado no recordarán esos pocos días.
-¿Usted cree? ¿No cree que la simpatía que la gente una vez tuvo por esta institución se haya reducido?
-No, nada de eso. Ahora usted es más respetada que nunca.
-Alguno de sus estrechos colaboradores no opinan igual que usted.
-Uno o dos. Pero como líder no hubiera podido nunca unir mi voz a aquel coro.
-Porque leyendo aquellos titulares quizás se dijo: "Un día me podría pasar esto a mí”. Y sucederá, señor Blair. De repente y sin ningún aviso.
-¿Me dijo que uno de cada cuatro británicos quería librarse de mí?
-Durante una media hora. Después usted regresó a Londres y todo volvió a ser lo de siempre.
-Nunca había sido tan odiada.
-Debe haber sido difícil.
-Sí. Mucho. Hoy la gente busca glamour y lágrimas, grandes actuaciones. No soy muy buena en eso, nunca lo he sido. Prefiero guardarme para mí mis propios sentimientos. Equivocadamente pensaba que el pueblo quería eso de su Reina. Nunca una queja, nunca hablar con el corazón en la mano. Primero el deber, después lo propio. Crecí así. No he conocido otra cosa.
-Era tan joven cuando la hicieron Reina.
-Sí, era una muchachita. Pero me doy cuenta de que el mundo ha cambiado y que es necesario modernizarse.
-Quizás en eso sí pueda ayudarla.
-Calma, Primer Ministro. Recuerde que soy yo la que le debe aconsejarlo a usted.
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