viernes, noviembre 24, 2006
la fuerza de la convicción
SOPHIE SCHOLL
En los últimos tiempos, el cine alemán ha empezado a revisar la historia del nazismo, desempolvando viejos pecados que le costaba demasiado analizar. A nuestras pantallas llegaron filmes como “La caída” y el documental que le sirve de fuente, “La secretaria de Hitler”. Ahora llega “Sophie Scholl”, la historia de una chica de 21 años, fusilada en la Alemania nazi por distribuir panfletos contrarios al régimen demencial de Adolf Hitler. “Sophie Scholl” es el claro ejemplo de una historia más grande que la película que la contiene. El guión de Fred Breinersdorfer no hace ningún esfuerzo por explotar todo el potencial de la historia; tampoco lo logra la puesta en escena del director Marc Rothemund que recurre a un lenguaje cinematográfico austero, poco imaginativo. Todo el peso del filme está en la muy buena actuación de Julia Jentsch (la chica de “Los edukators” que también actuó en “La caída”) con un sutil trabajo interior, pero acotado por las limitaciones del guión.
No obstante estas falencias estructurales, la historia es tan fuerte que, por largos momentos, logra sobrellevar este lastre. Las réplicas de Sophie Scholl hacen tambalear a un Tribunal que había decidido su sentencia antes de empezar el juicio. La sencillez de las respuestas de Sophie Scholl surge de la fortaleza que da la verdad. En estos tiempos de confusión, doble discurso y subversión de valores, la apelación a la verdad sigue teniendo una fuerza intrínseca. Tal vez, porque reaviva certezas adormecidas, aún en las almas de los más malvados.
La tensión dramática de “Sophie Scholl” se expresa, casi en su totalidad, en diálogos. Cuando el filme afloja es, justamente, en aquellos momentos sin parlamentos, esa morosa descripción cuasidocumental de viajes en autos, descenso en escaleras, traslados por largos pasillos, que no parece aportar nada en términos cinematográficos (tal vez, sólo reforzar la idea de una maquinaria burocrática con un accionar automático, con un clima kafkiano). Los dos momentos del filme son diálogos: los interrogatorios entre Sophie y el Inspector Mohr y los cruces entre Sophie y el Tribunal.
“Sophie Scholl”, pese al tema, no logra quebrar cierta frialdad de base. Aunque se observen los quiebres de Sophie y su esfuerzo por no mostrar debilidad ante sus captores, rara vez logra bajar la imagen de Sophie Scholl del bronce. El relato del sueño es un buen ejemplo de un diálogo artificial (aunque pueda ser verídico, eso es otra cosa; estamos hablando de artificial en términos cinematográficos).
Un apunte lateral: hay un recurso visual recurrente en toda la trama, la necesidad de Sophie Scholl de buscar la luz. Al internarse en los vericuetos de la maquinaria de castigo nazi, Sophie se desplaza por reductos oscuros, ambientes con luz artificial, celdas con ventanas estrechas. Sophie se esfuerza por hallar esas hilachas de la luz exterior, como un símbolo de aquella otra luz que se impone contra la oscuridad del mal. En el momento de la ejecución, Sophie sale a la luz, en una clara metáfora de la liberación de su alma, en la noche moral alemana.
Si bien “Sophie Scholl” sigue bastante aproximadamente la realidad, hay algunas “desviaciones” que podrían haber servido dramáticamente a la historia. La compañera de celda de Sophie, en realidad fue puesta por los nazis para sacarle información y termina convirtiéndose contra la causa nazi. En algún artículo en “Página 12”, Osvaldo Bayer señala, al comentar la historia de Sophie Scholl, que, extrañamente, no sufrió torturas de parte de los interrogadores nazis (y, no pudiendo con su genio, los compara con los torturadores del Proceso en la Noche de los Lápices). Sin embargo, el interrogatorio fue lo suficientemente “fuerte”, para quebrarle una pierna, cosa que no se ve en el filme. Sí es cierto (y eso fue raro), la concesión de que los condenados pudieran verse antes de la ejecución. Para el que quiera profundizar en el tema, mañana, con las frases memorables del filme, agregáremos una serie de links a páginas con información sobre el tema.
Si usted considera que es otra película sobre la guerra y no tiene muchas ganas de investigar sobre el tema, le pido que pose la mirada, un segundo, por la imagen de la jovencita en sepia con mechón rebelde sobre el rostro, que cierra esta nota.
Ella es (fue) Sophie Scholl.
CONSEJO: esperar al video.
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