miércoles, noviembre 08, 2006
humos de sofisma
GRACIAS POR FUMAR
Uno de los guiones más inteligentes del año. Feroz sátira que sólo en la superficie parece hablar del derecho a fumar. “Gracias por fumar” es la adaptación cinematográfica de la novela de Christopher Buckley, realizada por el propio director del filme, Jason Reitman, digno heredero de Ivan Reitman (remember “Cazafantasmas” o “Evolución”). Su protagonista es Nick Taylor, el non plus ultra del sofista, lobbista de las tabacaleras. El hombre no tiene moral ni posición. Lo suyo es ganar los debates, sin importarle la validez de sus argumentos. Es la encarnación de lo que en estos pagos se conoce como “hay media biblioteca a favor y media biblioteca en contra”. En suma: todo es relativo, esto es, la verdad no existe.
Pero “Gracias por fumar” avanza un paso más allá de contarnos la historia de un chanta. Al compararlo con todos los “políticamente correctos”, Nick Taylor termina cayéndonos simpático. Por lo menos, no intenta ocultarnos lo que nos quiere vender. Los que los rodean (el batallador senador de Vermont, la inescrupulosa periodista, la ex esposa manipuladora, los mercaderes del tabaco) no es que no sean mejores; son peores, porque intentan demostrar una superioridad moral de la que carecen.
Hay otra idea de la película que termina siendo central: ¿hasta qué punto el gobierno debe velar por lo que es responsabilidad, pura y exclusiva, de cada ciudadano? Si todo tipo pensante sabe que el cigarrillo puede matarlo y, aún así, va al kiosko y compra un atado, entonces, ¿por qué el Estado debe cuidarlo de su negligencia? ¿Por qué el Gran Hermano debe velar por nuestras decisiones, aunque sean equivocadas?
En la presentación ante el Congreso, Taylor pone el límite: los menores. Y esa responsabilidad, la de enseñar las cosas que pueden matar, es función de los padres y de las escuelas. Educación. Y una vez que se ha puesto la información al alcance de cada ciudadano, la manera en que uno quiere cagarse la vida es una cuestión privada.
Si hay que buscarle alguna mancha al guión de “Gracias por fumar” es, tal vez, no ir un poco más a fondo en la historia, buscarle alguna trascendencia a los protagonistas, algo así como cruzar la línea de la sátira, para convertirla en un clásico. Pero sería rebuscar mucho: “Gracias por fumar” es una muy buena película y, a esta altura del año, no deja de ser una bendición.
Uno de los puntales de la historia es el guión, con diálogos brillantes y memorables. La otra punta es el muy buen elenco con Aaron Eckhart a la cabeza. Nos quedamos con las actuaciones de Maria Bello, J.K. Simmons, Sam Elliot y Robert Duvall. Y otro pilar destacado es el diseño de arte, la fotografía de Jim Whitaker (con una onda setentosa) y la banda de sonido.
Una mención aparte es la presentación de títulos, candidata a un Oscar, de haber una categoría al respecto, con el diseño de las etiquetas de las distintas marcas de cigarrillo. Una joyita destacable que puede verse en Internet, en el sitio del estudio de la película: http://www.shadowplaystudio.com/smoking.html. Para más detalles desde el punto de vista del diseño gráfico, remitimos a la nota de nuestro diseñador de cabecera, Federico Díaz Mastellone que está por venir en su weblog, “El burlador”.
Escenas destacadas: el debate en el talk show con el que habla el filme; la lección del helado de chocolate y vainilla que Nick le da a su hijo; la secuencia con el hombre Marlboro, la presentación de Taylor ante el Congreso; las cenas con los Mercaderes de la Muerte.
Las frases más destacadas, mañana en un nuevo post, porque hay muchas, pero muchas para recordar.
CONSEJO: ir a verla.
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