jueves, octubre 26, 2006
soy lo que soy
PEQUEÑA MISS SUNSHINE
“Pequeña Miss Sunshine” bordea la cornisa del cliché del cine independiente norteamericano: familia disfuncional y road movie. Afortunadamente no se desbarranca, principalmente porque jamás olvida la humanidad de sus personajes ni rescatar esa calidez de esos seres que van a los tumbos (como todos nosotros), tratando, simplemente, de seguir el ritmo. El viaje los encuentra, en el conmovedor baile final sobre el escenario, un poco más cansados, más golpeados y más sabios. No importa que sean perdedores: juntos no se sienten perdedores. Y esa es la diferencia entre los que “ganan” y los que “pierden”.
“Pequeña Miss Sunshine” es la historia de un viaje (de Albuquerque a Redondo Beach) de una familia atípica: un abuelo pornoheroinómano echado del geriátrico; un padre fracasado que da cursos sobre los “Nueve Pasos para llegar al Éxito”; una chica gordita y fulera que sueña con ganar concursos de belleza; un adolescente que lee a Nitzche y se niega volver a hablar hasta que ingrese a la escuela de pilotos de la Fuerza Aérea; un tío especialista en Proust que se cortó las venas por el amor no correspondido de un alumno; una madre que intenta unir todas las piezas, con tantas ganas como impotencia.
Todos juntos, esos locos, se suben a una desvencijada furgoneta Volkswagen y recorren la ruta, rumbo a California, en un viaje contra reloj para que la pequeña Olive ingrese en el concurso de Miss Sunshine. En el camino, se irán cayendo a pedazos, reunirán las piezas esparcidas y volverán, a medias, a reconstruirse en el camino.
El viaje de los Hoover se detiene en cada punto de ese otro camino: ¿por qué nací? ¿por qué muero? ¿cómo soy respecto a los otros? ¿soy un perdedor? ¿he triunfado? ¿alguien me amará? ¿podré alcanzar mi sueño? Si hay algo que aprenden los Hoover, es que en realidad no importa tanto responder esas preguntas. Alcanza con que tengamos tanto cariño alrededor que, al final, se suban al escenario a hacernos el aguante, a hacer el ridículo con nosotros. Aquí estamos, no importa si geniales o mediocres, no importa si lindos o feos, gordos o flacos, grasas o fashion. Si no te gusta, peor para vos. Pero no dejaremos de estar aquí y de seguir mostrándonos como somos.
Del excelente elenco, nos quedamos con la siempre buena Toni Colette, el abuelo Alan Arkin, el autoconvencido Greg Kinnear y la simpática Abigail Breslin, la Olive que los pone a todos en la ruta.
Escenas destacadas: el robo del muerto en el hospital; el “olvido” de Olive en la estación de servicio; el baile final en el concurso Miss Sunshine; la reacción de Olive cuando recibe la confirmación de que ha sido aceptada en el concurso; el ataque de caspa de Dwayne, cerca del final, cuando no quiere seguir el viaje; el patético desfile de las candidatas a Miss Sunshine, niñas prefabricadas que hacen recordar a Chuckie, el muñeco diabólico.
Frases: “¡Fuuuuuck!”; “Abuelo, ¿soy bonita?”, “¡Eres la más hermosa chica del mundo!”, “Sólo lo dices…”, “No. Estoy locamente enamorado de ti y no es por tu cerebro ni por tu personalidad”; “Yo puedo decir lo que quiero. Yo tengo balas nazis en mi trasero”; “¿Sabes qué? A la mierda con los concursos de belleza. La vida es un concurso de belleza detrás del otro. La escuela, la Universidad, el Trabajo. A la mierda. Y a la mierda la Academia de la Fuerza Aérea. Si yo quiero volar, encontraré el modo de hacerlo. Haré lo que amo y a la mierda con el resto”, “No eres tan estúpido como pareces”
“Perdedores es la gente que tiene tanto miedo de no ganar que ni siquiera lo intentan”; “¿Crees que hay un Cielo?”, “Bueno… es difícil decirlo, Olive. Nadie está seguro de eso…”, “Lo sé, pero tú… ¿qué crees?”, “Bien… um…”, “Yo creo que existe el cielo”, “¿Lo crees? ¿Y podré entrar?”, “Sí”, “¿Prometido?”, “Sí”; “¡Ninguno queda atrás! ¡Ninguno queda atrás!”; “¿Qué cree que está haciendo su hija?”, “Esforzándose… eso hace”.
CONSEJO: esperar al video, pero puede ser una segunda opción en cine.
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