martes, octubre 31, 2006
el pueblo tiene las películas que se merece
YO PRESIDENTE
Descubrir a esta altura, tras 23 años de democracia, a qué grado de estupidez pueden llegar nuestros gobernantes, es más un ejercicio de masoquismo que una revelación. Basta ver cómo nos han arrojado a simas más profundas, desde las hondonadas en que nos dejó el Proceso, para comprender a lo que pueden llegar. El problema con “Yo Presidente” no es que nos muestre cuán pelotudos son los primeros mandatarios de la democracia post 83. El verdadero problema es que, en vez de un Michael Moore, que les ponga la cámara enfrente y les pregunte si nos merecemos, verdaderamente, tanta mediocridad, tenemos a un Gastón Duprat, un Mariano Cohn y un Luis Majul (en la producción) que no dan más que para tomarle el pelo, a lo Tinelli, registrando las gansadas que hacen sus entrevistados cuando no saben que la cámara está prendida. Que casi hora y media de película, destile tantas carencias de ideas, tantas oportunidades perdidas, hablan más de los que están detrás de cámara, que de los que están adelante. Que haya tipos como esos, gobernándonos, es responsabilidad, también, de gente como Duprat, Cohn y Majul, de los otros mediocres que manejan los medios de comunicación, los que deberían poner la lupa sobre esos turros que se cargaron a una nación.
“Yo Presidente” es tan precaria que, paradójicamente, el que sale mejor parado es Fernando De la Rúa. Es toda una prueba de toque. Dentro de esa medianía sobresalen un par de ideas, que vale la pena rescatar:
a) los perros como prólogo a cada entrevista.
b) la excusa que encuentra cada mandatario, para no hacerse responsables de los muertos de su gestión.
c) el papel de Chiche Duhalde, una auténtica Hillary tras bambalinas, moviendo los hilos del Padrino bonaerense.
d) la frase “es lindo” de Eduardo Duhalde, cuando cuenta la satisfacción que le da pegarle un tiro a un tiburón antes de subirlo a bordo.
e) la sensación geriátrica que despiertan las imágenes de Gran Alfonso y Carlos Saúl
f) el lunar de Puerta parecido al de Perón
El segmento de Kirchner no es solo pavísimo: casi amerita la devolución del precio de la entrada.
En definitiva, la película que nos merecemos: completa pérdida de tiempo. Casi casi como las últimas dos décadas y chirolas de nuestra patria.
CONSEJO: dejar pasar.
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