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críticas chatarras

sábado, mayo 20, 2006

en busca del padre 

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EL NIÑO

Otra película de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, con ese particular estilo documental, poblado de silencios, estirando al máximo una historia mínima. No tan efectiva como "El hijo", "El niño" no es una película de consumo amplio. Para aquellos que logren meterse en esa experiencia incómoda que significa el cine de los Dardenne, disfrutarán el final y se emocionarán con la historia. Para los otros, bufarán resoplando al grito de "¡qué bodriazo!". Ni para tanto, ni para tan poco. "El niño" (como todo el cine de los Dardenne) es una experiencia distinta que exige mucha, pero mucha paciencia.

Sonia acaba de salir del hospital con su hijo. Busca a Bruno, el padre, tan jovencito como ella, un buscavidas callejero que no ha ido a verla al hospital. Lo encontramos en la calle, rebuscándosela, mitad robo, mitad trampa, mitad reciclado (como diría Herminio, ya que vamos por tres mitades). En el primer tercio del filme, vemos la vida cotidiana de Bruno, casi un documental comercial. Los tratos que realiza, el regateo, los actos delictivos. Su vida cotidiana no difiere mayormente de la cotidianeidad de un hombre de negocios. Sólo que él opera desde la marginalidad.

Esa primera parte es una descripción (por momentos, peligrosamente al borde del hartazgo) de ese sobrevivir en la jungla de cemento. Todo es transacción. Todo es análisis de costo - beneficio, márgenes de utilidad, ganancia. Bruno negocia, rapiña, comercia, transa. Ese incesante trajinar no admite debilidades. No hay márgenes para lo que no sea un beneficio. En ese contexto, Sonia y el nene son dos elementos exóticos.

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En la segunda parte del filme, continúa la lógica mercantil. Bruno no ve nada más normal que vender a su hijo. Puede conseguir un buen precio. No es racional dejarlo pasar.

La tercera parte del filme, en cambio, es el nacimiento de la conciencia paternal, aprender que un hijo no da ganancias (al contrario) y, pese a ello, entender porque la gente se empecina en tenerlos. Si en esa primera parte, Bruno era un chico, tan infantil como Sonia, al final de la película, se convierte en adulto. La seriedad del final, lo provoca una reacción inesperada, una conducta que no hubiéramos imaginado posible en el Bruno de los dos primeros segmentos. El hijo produce en el padre, el nacimiento de una moral. Y ésta nace por una necesidad (irracional) de proteger al más débil.

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Esa es la parábola sencilla de "El niño". No hay más complicaciones para una historia pequeña, pero con grandes ideas atrás. Tómela o déjela. Es lo que hay.

CONSEJO: para amantes del cine arte. El resto, dejar pasar.

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