domingo, mayo 07, 2006
alguien te está mirando
ESCONDIDO
¡Ah, qué película difícil de recomendar! ¡Ah, qué película imposible de no recomendar! "Escondido" ("Cache", el título original) es uno de los hallazgos del cine arte de este año. Críptica, simbólica, con un estilo muy particular, no es de consumo amplio. Nos puede engañar con el género y creer que estamos viendo un thriller. Pero en realidad, es un filme político, una crítica muy fuerte a la sociedad francesa que no ha podido superar (tal vez por no atreverse a mirarlo) el tema de Argelia.
"Escondido" empieza como un thriller. Matrimonio francés burgués: papá George, animador de un programa televisivo sobre libros; mamá Anne; Pierrot, el hijo adolescente. Típico hogar francés políticamente correcto, aparentemente sin inconvenientes en la superficie, intelectual, bien acomodado, con la vida ordenada y encarrilada. El símbolo: la mesa donde cenan está frente a una gran biblioteca repleta de libros, de punta a punta.
Un día, reciben un extraño correo: un video, una larga filmación, sin cortes, del frente de la casa. Los videos se siguen sucediendo. George y Anne empiezan a inquietarse. ¿Quién los está mirando? ¿Y cuál es su propósito?
A medida que pasa el filme, nos damos cuenta que el mirón no es neutral. Que algo sabe sobre George y que éste esconde un secreto de su infancia. George sabe porque le mandan estos videos y qué quieren decir.
Michael Haneke (guionista y director del filme) intenta distraernos con el thriller que está detrás de la verdadera historia. La clave del filme es la mirada. Lo que mira para ser mirado. Lo que ha sido visto, pero que se le niega la propiedad volitiva de la mirada. La indiferencia adrede, la negación del otro, la mirada del que te mira anhelando ser mirado. "Estoy acá y quiero que me mires" parece decir el autor del video que reciben los Laurent. "Ya sé que me viste. Pero no te dignaste a mirarme. Ahora, yo te estoy mirando. Y quiero que sepas eso. Que te miro. Que estoy acá. Que no me voy a ir. Y que te estoy mirando".
(Pregúntese el espectador, dónde está ubicada la cámara que toma el domicilio de los Laurent. No está dentro de un auto ni detrás de una ventana. Tiene que estar en medio de la calle, la misma calle que recorre George, todos los días, para buscar su auto. ¿Cómo es que no lo vio? O mejor dicho: ¿cómo es que no lo miró? Esa es la clave. No es porque no esté ahí: es porqué no miró que estaba ahí).
Detrás del thriller, "Escondido" habla del rechazo de cierta parte de la sociedad francesa para integrar a los habitantes de sus ex colonias. Hoy explotan como revueltas callejeras, con coches ardiendo en la noche. Pero el problema, la verdadera razón de la ira, es la deliberada intención de ignorar la existencia del otro, la postergada aceptación del error propio y la demorada disculpa que nunca llega.
George niega. En todo momento, niega. La primera frase del filme ("¿Qué pasa?", "Nada") es el monumento a la negación. George se disculpa, una y otra vez, ante su esposa. Pero no se disculpa ante la persona correcta y, tampoco, por la razón correcta: lo que sucedió en su infancia, de la actitud que tomó cuando era un niño. El problema es que ha negado tanto y durante tanto tiempo, que ya no sabe como afrontar la disculpa. Le resulta imposible recorrer el camino del perdón.
La última escena (en apariencia sin sentido) es la escena del año. No se levanten cuando empiecen los títulos. La escena de los chicos saliendo de la escuela, ha sido interpretada de tantos modos como espectadores. Haneke se ha negado a explicarla. Nos cede la posta para cerrar el cuadro. Y cada uno ha visto lo que ha querido ver, en esa escena. Confieso que, pese a estar advertido, y observar atentamente la escena, me perdí el encuentro de dos personajes que se da en esa escena. No obstante, no creo que la “explicación” del thriller sea el objetivo supremo de la película. Mi visión de esa escena, es que la solución está en la generación siguiente, en los jóvenes, y en la educación, que abre la posibilidad del diálogo.
La generación de George se ha consumido en sí misma. Esa escena final de George, desnudándose, cerrando las ventanas (para que no entre la luz), tomando un par de calmantes y echándose a dormir, es la manifestación de la muerte. George está jugado, cerrado en su propia trampa. Como lo estuvo, Majid.
Un apunte lateral. En un momento del filme, se recuerda la noche del 17 de octubre de 1961. Cerca de 30 mil manifestantes argelinos desfilaron por pacíficamente por París. Alrededor de 400 personas (el filme cita 200) fueron ahogadas en el Sena o reventados contra los muros de París, por la represión policial. Para las fuentes oficiales, sólo hubo dos muertos. Recién ahora, después de cuatro décadas, Francia está corriendo el velo a esta masacre, que “borró” de su memoria colectiva. Algunos partidos de izquierda demandan que el gobierno, en nombre de la nación francesa, pida disculpas públicas a Argelia por su crimen. Para ponerse a pensar, cuando cada dos por tres, recibimos la visita iluminada de los grandes pensadores galos dándonos clase de derechos humanos a estos subdesarrollados tercermundistas.
Escenas destacadas: la escena final del filme; la (sorpresiva) escena en la que Majid llama a George para que vaya a su casa; la escena de George visitando a su madre (Annie Girardot) en el geriátrico; la charla entre George y el hijo de Majid.
La frase: “Pero… ¿por qué nos temen? ¿a qué es lo que le tiene tanto miedo?”.
CONSEJO: ojo, recomendada sólo para cinéfilos. El resto seguir de largo.
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