lunes, abril 10, 2006
pasando del dobles al singles
HISTORIAS DE FAMILIA
“Historias de familia” (traducción pava para el original “El calamar y la ballena”, más aún conviviendo con un “Derecho de familia” en las pantalla nacional de estos días) es una típica película independiente norteamericana. Ni el gran peliculón, ni el bodriazo. Hay un gran trabajo actoral del cuarteto de protagonistas y una muy buena descripción de personajes (en gran medida autobiográfico para el guionista y director Noah Baumbach). Para aquellos que disfruten de percibir como las palabras no siempre dicen lo que quieren decir y cómo en los diálogos se puede hallar otras intenciones a las expresadas, “Historias de familia” es su película. Para el público que espere más fuerza dramática, probablemente les parecerá un filme menor.
En apariencia, “Historias de familia” es la historia de un divorcio, el de Bernard y Joan, matrimonio de literatos con dos hijos varones (Walt y Frank). Desde esa vereda, es un diario de viaje de cómo se resienten, tuercen, vibran, chocan y sobrevive, cada protagonista, a esas crisis trascendental.
Pero esa es sólo la superficie de la película. El filme trata, en realidad, de la evolución de un hijo para ver a su padre tal como es, de percibirlo sin idealizarlo, de observar al calamar luchando con la ballena (la última escena del filme) de frente, sin taparse los ojos, para ver lo que haya que ver, por más cruento que eso parezca.
Esa es la tesis del filme y todas las escenas se estructuran a partir de esa premisa. Es Walt reconociendo que Bernard, su padre, lo ha manipulado toda su vida, como es su costumbre, rindiéndole pleitesía a su egocentrismo exacerbado. Tanto Joan (su esposa) como Frank (el hijo menor), se han liberado de la carga de intelectual que se las sabe todas, que proyecta Bernard. Lo han visto tal como es, un tipo patético que va hacía su autodestrucción, despreciando lo que tiene en busca de una utópica “mejor posibilidad”. El único que no lo ha visto, hasta ahora, es Walt. Y Walt está en el momento en que tiene que decidir si sigue el paso de su padre (y se convertirá en un perdedor como él) o tomará sus propias decisiones, como lo hizo su madre y, a los tumbos, su hermano Frank.
Como pasa siempre, en esta clase de películas de gente que habla, es imprescindible contar con un muy buen elenco para que funcione. Éste es el caso, afortunadamente. A Jeff Daniels (barbado, lejos de su estampa rubio carilindo de “La rosa púrpura de El Cairo”) súmenle a Laura Linney (una de las debilidades de esta página), Jesse Eisenberg (el sobrino de “Cosa de hombres”) y Owen Kline. Hasta los secundarios como Halley Feiffer (Sophie, la novia de Walt) o William Baldwin (el profesor de tenis) rinden en sus pequeños parlamentos. Una baba emérita a Anna Paquin que parece encasillada en el papel de adolescente que se voltea maduros cuarentones que supo encarar en “La hora 25” de Spike Lee.
Escenas: el partido de tenis con el que abre la película; la discusión entre los cuatro protagonistas, previo al ataque cardíaco; la charla de los padres con la maestra de Frank; la escena en la que Bernard se entera de que su ex-esposa está saliendo con alguien.
Frases: “Joan, déjame preguntarte algo. Todo el trabajo que hice al final de nuestro matrimonio, hacer la comida, limpiar, ser más atento. ¿No hizo ninguna diferencia, no? Me estabas dejando, no importaba lo que hiciera…”, “Nunca cocinaste”, “Hice hamburguesas, la vez que tuviste neumonía”; “Sí… es verdaderamente kafkiano”, “Debido a que lo escribió Franz Kafka…”, “Correcto, eso quería decir, exactamente”; “Era como amigos… hacíamos cosas juntos… íbamos a ver las armaduras al Museo Metropolitano. Los horribles peces del Museo de Historia Natural. Siempre le tenía miedo a la lucha entre el calamar y la ballena. Sólo podía mirarlo tapándome los ojos”; “Suponemos que es posible que otro chico se estén masturbando y esparciendo su semen alrededor de la escuela, también… Es posible, pero algo… eh… improbable”, “Oh, pasa. Seguro más que lo que usted cree”, “Bernard, ¿alguna vez en tu vida hiciste algo así?”, “No voy a responder eso”.
CONSEJO: esperar al video.
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