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críticas chatarras

martes, marzo 21, 2006

pecados y crímenes 

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MATCH POINT

En los últimos tiempos tengo la sensación de que con Woody Allen está pasando eso que nos pasa con esos tíos brillantes que amenizan las aburridas fiestas familiares y que, año a año, le vamos viendo los síntomas de un envejecimiento progresivo pero fatal. Todavía brillan, es cierto. Pero íntimamente, muy a regañadientes, tenemos que aceptar que hay algunos síntomas, por lo menos, de fatiga.

Está bien que un artista siempre está escarbando en los veinte metros de quinta que lo obsesionan. Y que es inevitable, en los grandes maestros, que ciertos temas vuelvan, una y otra vez. Pero, "Match point" es la misma película que Woody Allen contó en 1989, con el título de "Crímenes y pecados" (con Martin Landau en el papel que ahora le tocó interpretar a Jonathan Rhys Meyers).

Tal vez sea otro genial ejercicio de guión: contar la misma historia y decir una cosa distinta. Lo aceptamos. Pero no deja de ser peculiar este calco de sí mismo. No es un dato menor, pese a que la crítica clamó unánime el regreso triunfal del maestro.

¿Qué cambió de "Crímenes y pecados" a "Match point"? En primer lugar, una visión más pesimista de la humanidad. El Judah Rosenthal de "Crímenes..." sentía el peso de la culpa, lo atormentaba haber hecho un mal y que Dios pudiera juzgarlo; el Chris Wilton de "Match point" no se plantea esa posibilidad. En su mundo no existe Dios. No existe la culpa, tampoco. No hay ninguna norma ética que lo atormente. Sólo es un juego: conseguir el objetivo o no. No hay sentimientos (sólo cuando comete el crimen, se nota algo así como la emoción). La inexpresividad en el rostro de Jonathan Rhys Meyers es constante en todo el filme, con la excepción mencionada. Toda su vida es tan calculada, tan prevista, tan planeada, tan vacía, sin lugar para las sorpresas. Chris Wilton ha llegado a lo que quería, tal como se lo había propuesto, tal como sabía que iba a llegar. Él sabe jugar el juego. Hay otro personaje que no: ese personaje es el que muere.

Otra variación respecto a "Crímenes y pecados" es la estructura más lineal y clásica de "Match point". En 1989, Woody Allen había jugado con dos historias en paralelo, intercalando la trama cómica de Cliff Stern (interpretada por él mismo), el cineasta que odia a su exitoso y mediocre cuñado que le arrebata a su amigovia. Esa historia contrapesaba el peso trágico de la historia de Rosenthal y volvía más ágil a la película. En la última escena se encontraban los dos personajes y expresaban la tesis del filme: se puede matar a alguien y vivir feliz, sin sentir ninguna culpa.

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"Match point", en cambio, no es tan accesible al público. Primero porque no hay personajes con los que identificarse. Además, porque casi la primera media hora de película, los diálogos son casi banales, lugares comunes, charlas insustanciales de los personajes. Y no por mediocridad del guión, sino, al contrario, porque Woody Allen nos está mostrando a los personajes y su entorno social. La clase alta británica, snob, domesticada en reprimir los sentimientos y las intenciones. Afables, corteses, incapaces de alzar la voz, replican con un tono mesurado y una sonrisa. Tras la máscara de la hipocresía, bullen bajo presión las emociones.

El guión muestra todo esto con algún detalle sutil: la señora que toma de más y se le va la lengua con dos copas encima. Otros guiños: la misma escena de la misma ópera que los personajes ven, una y otra vez, con la misma frialdad y tedio. Los ambientes dan otra señal: asépticos, fríos, amplios, jaulas de cristal y metal. Agreguen otro: los cuadros que Chloe elige para su galería, confortablemente infantiles. (En la escena de la exposición, Chloe desecha un cuadro con un "ése no, es demasiado intenso"; toda una definición del personaje).

Nótese la cena que comparten Chris y su novia Chloe con Tom y Nola. El diálogo es para seguir de cerca (ahí se ve la mano del maestro). La charla es insustancial y vana hasta que Nola expresa, con lágrimas en los ojos, que está pensando en dejar de actuar, pero que duda en hacerlo porque no quiere volver a su pueblo para confesar que fracasó. Tom y Chloe desvían el tema con una broma cortés, con la intención de "de eso no se habla". Ahí se da un breve diálogo entre Chris y Nola, en donde aflora la tensión sexual entre ellos y el grado de complicidad de los dos. Ellos saben de que hablan: son los únicos en la mesa que vienen de abajo y que están decididos a dejar atrás su origen. Quieren estar donde están ahora Tom y Chloe. No pueden darse el lujo de la indiferencia. Nola está contra la pared (como lo estuvo Chris en sus tiempos de tenista, limitándose a defenderse y a no entrar en pánico, esperando su oportunidad, para salvar el punto). Esa escena es la primera en que los diálogos pavos pasan a un segundo plano y donde vemos tensión dramática en los personajes. No es casualidad que aparezca en ese momento y no es casual que el diálogo esté planteado de esa manera.

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Estos signos que Woody Allen reparte por la trama, son las señas de un gran escritor, pero no dejan de ser viejos trucos de un gran artesano del oficio de escribir. En el fondo flota esa sensación de un Woody Allen que no toma riesgos, que vuelve a contar la misma historia porque, tal vez, no tiene otra cosa que contar. Y esa sensación si que es nueva en él, inédita aún en sus películas más débiles o fallidas (si es que las hay).

Lo que en "Crímenes y pecados" llamó la atención de Allen (que alguien pueda matar a alguien y vivir sin culpa), giró en estos años a otra concepción con un tinte metafísico: que alguien pueda matar a otro y no reciba castigo, es la evidencia de un universo sin orden, de la inexistencia de Dios. Recordamos el texto de Alejandro Dolina, "El otro infierno" (http://libretachatarra.blogspot.com/2006/03/el-otro-infierno.html) que postéaramos hace unos días: "El verdadero infierno es, antes que nada, injusto. Uno no sabe por que está allí, ni cuáles son sus culpas, ni cuál es el Plan que está cumpliendo. Infierno benignos permiten conocer el camino para evitarlos. Mucho peor es que cualquiera se salve y cualquiera se condene". El azar es la muestra de una ausencia. Esa es la tesis que expresa el protagonista en una de las últimas escenas del filme, aquella en la cocina, en la que enfrenta a sus fantasmas: "Sería justo que fuera descubierto y castigado. Pero no lo seré".

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El toque de thriller es, apenas, una excusa argumental. La investigación policial no es clave en la trama y de esa manera la remata Woody Allen, con un sueño que resuelve el crimen. Pero no es "Match point" una película policial.

"Match point" cuenta con una diosa todopoderosa, mujer fatal seductora que derrite la pantalla con su sola presencia y que es imprescindible para la forma en que Woody Allen planteó la historia (¿Hay qué decir que es Scarlett Johansson?). Nola Rice es un personaje vital para que altere la estabilidad sin emociones del protagonista. Ella es el revulsivo, la dosis de carne sensual que pueda patear el tablero preestablecido. Sólo por una mujer como ella, un hombre abandonaría a una millonaria.

Dijimos al comienzo que este Woody Allen no parece tan bueno como antes. Y sin embargo, ahora, al finalizar la crítica, nos damos cuenta del torrente de ideas que ha provocado "Match point", pese a que se ha copiado a sí mismo. No hay tantas películas que nos permitan estas especulaciones. ¿No es esto, acaso, un signo más de la genialidad de Woody Allen?

Aún gastado, reiterativo y no tan brillante, todavía, como con aquellos tíos gagás, vale la pena sentarse en el sillón, con una copa de coñac en un mano, y escucharlo contar, una y otra vez, aquella misma vieja historia.

Escenas a destacar: la escena del crimen; la escena en la que se conocen Nola y Chris; la escena en la cocina.

Frases: "Los hombres creen que soy algo especial", "¿Lo eres?", "Nadie reclamó su dinero"; "Tú estás haciéndolo muy bien por ti mismo. Salvo que lo mandes al diablo", "¿Cómo podría hacerlo?", "Intentando algo conmigo"; "Los inocentes a veces son asesinados para lograr los más grandes planes. Ustedes fueron daños colaterales"; "Al final, cuando tuve que disparar, apreté el gatillo".

CONSEJO: si no es Allenfanático, espere al video. Para el resto, sabe que es una cuestión de honor, así que no joda y vaya a verla.

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