lunes, febrero 13, 2006
los nenes con las nenas
ORGULLO & PREJUICIO
Exquisita versión del clásico de Jane Austen, con aciertos en todos los rubros y la dirección notable de Joe Wright que nos muestra como mover una cámara para lograr un efecto dramático. De esas películas que se disfrutan con una sonrisa y un lagrimón escapado a regañadientes.
Mr. Bennet tiene cinco hijas, todas solteras, para tormento de su madre, en la Inglaterra victoriana en la que ser mujer y no tener fortuna era un mal proyecto a futuro. De las cinco niñas (dos pavotas, una amargada), la más linda es Jane, pero la más despierta es la protagonista, Lizzie, la preferida de su padre. La llegada de un soltero a la comarca, despierta los ardores casamenteros de las niñas. Y mientras Jane inicia un clásico romance de esos tiempos, con el pavotón millonario vecino, Lizzie entabla una relación de odio con el antipático, engreído, huraño y molesto Mr. Darcy. Y como se imaginan, del amor al odio hay un paso. Los combativos jóvenes, caerán presa de una pasión que parece imposible de concretar.
El esqueleto de "Orgullo & prejuicio" no es más que otra de las tantas historias de amor. No hay nada novedoso. Pero, sin embargo, las historias de Jane Austen funcionan. Vale preguntarse porqué. En primer lugar, creo, porque satisface ese espíritu chimentero que todos tenemos, de enternecernos cuando vemos a dos cándidos danzando en el juego del amor, sin darse cuenta que siguen la música, cuando todos alrededor se codean satisfechos. Es ese retorno a la inocencia que, en épocas tan violentas, no deja de tener su gracia.
Hay otra atracción en las historias de amor de Jane Austen. Enmarcadas en el rígido sistema de relaciones de la época victoriana, los amores de sus novelas deben sortear todos los obstáculos de la burocracia de ese tiempo. Si (como se dijera en "Reconstrucción de un amor"), el amor es un problema de coordinación, cuanto más complejo coordinar cuando hay que esquivar, no sólo las preferencias de los enamorados, sino también la clases social, la etiqueta y las fortunas personales. Caminar en medio de una carámbola, sorteando las bolas de billar que se abalanzan a nuestro paso.
Reales o no, impuestas por la sociedad o por las circunstancias, el final feliz de los romances artísticos nos satisface porque establece una suerte de reivindicación cósmica, una revancha universal que refuta la entropía del Universo. "Está bien. Al final vamos a morir y todo caerá en el olvido. Pero, ahora, ganamos y podemos ser felices por este ratito". Ese triunfo parcial, tal vez, nos sugiere la posibilidad de alguna victoria más duradera, en otros ámbitos extraterrenos.
Esta versión de "Orgullo & prejuicio" (adaptada por Deborah Moggach, con ayuda de Emma Thompson, colaboración que no aparece en los títulos), tiene la ventaja de transmitir esa jocosidad adolescente de los escarceos amorosos, ese "me gusta, ¿te gusto?" cándido, de pieles tersas y sonrojadas. Logra meternos en ese clima, con total naturalidad, y eso es una ventaja de esta versión.
Otro hallazgo, es el uso de la cámara, los travelings y planos-secuencia de Joe Wright, director del filme, absolutamente destacables. No son sólo caprichos estilísticos, ni soberbia de cineasta haciendo gala de su técnica. No. Tiene una finalidad dramática. Un claro ejemplo es el primer baile entre Darcy y Lizzie, donde la cámara se mueve siguiendo a los personajes y, en un momento, terminan bailando solos, en un salón vacío. Para los personajes, no existen más que el otro. Y, en un plano, Joe Wright nos mostró esa sensación de los protagonistas, sin decir nada más. Vale recordar que la experiencia previa de Wright es televisiva, y que ésta es su primera película grande en cine.
Otro ejemplo: el columpiarse de Lizzie, mirando su granja, en el momento que acaba de pelearse con Charlotte que llegó para contarle de su casamiento. Aquí, Wright nos pone en los ojos de Lizzie, quien por primera vez piensa en que el futuro le puede ser adverso. Charlotte se sabe fea y pobre y se resigna a elegir al hombre mediocre con el que compartir su vida, porque no cree que el destino le reporte algo mejor. Lizzie mira su granja con otros ojos: en el pendular de la hamaca, observa el barro, los chanchos revolcándose en el chiquero, las maderas despintadas del granero, las cercas deterioradas. En un caoba dorado por el sol, está la satisfacción por el hogar natal, por la belleza tosca del campo, pero también la certeza de la pobreza y de la decadencia. En un plano de unos segundos, en la mirada de la protagonista, Joe Wright nos describió los miedos y el abatimiento de un momento clave de la historia. Otro ejemplo más: Lizzie buscando al soldado Wickham en el baile, mientras vemos pasar por detrás a Darcy, persiguiendo a Lizzie, y a Collins, haciendo lo propio.
Estos ejemplos recalcan algo que no es tan común: mostrar y sugerir con una imagen, más que señalarlo con una palabra. Es un potente recurso en cine y no muchos hacen abuso de este recurso. En críticas previas, hablamos del síntoma del abuso en el relato en off. Éste es un recurso exactamente opuesto. Mucho más sutil y natural, casi genético de este formato. "Orgullo & prejuicio" es una buena ocasión para estudiar como se usa.
Otro gran acierto de la película, es el casting. Todos los actores tienen una magia particular, una lograda y acertada química, que es indispensable para el nivel de sutileza que exigía la historia. Soberbio Donald Sutherland, en el papel de Mr. Bennet, el papá de las niñas solteras. Deliciosa Keira Knightley, soporte vital de esta historia, que dota a su Lizzie de una carnadura particular. Sutil, aguda, emotiva, el rostro de Keira Knightley vibra en la pantalla. Nos regalamos para el recuerdo la escena final, la conversación entre Lizzie y su papá. Perciban la emoción de los personajes, en sus ojos, esa complicidad de la revelación de un amor. Es un momento mágico con el que cierra el filme. Y noten que no hizo falta un beso entre los protagonistas, para sellar una historia de amor. (Es más: el beso se escamotea. Hay un momento, en la escena bajo la lluvia, cuando Darcy declara su amor a Lizzie, que están a un paso del beso; es el momento cumbre en el odio de Lizzie a Darcy; para anotar, verdaderamente). Otro rubro sólido: la fotografía de Roman Oshin.
Escenas a destacar: el primer encuentro entre Darcy y Lizzie; la visita de Lizzie a la sala con obras de arte de la casa de Darcy; el primer baile entre Darcy y Lizzie; la conversación de Lizzie y su padre, con la que se cierra la película. Frases: "¡Mister Bennet!"; "¿Usted baila, Sr. Darcy?", "No si puedo evitarlo"; "Pensaba que la poesía alimentaba el amor", "Puede que un amor firme. Pero si se trata sólo de una vaga inclinación, estoy convencida que un buen soneto acaba con ella", "¿Qué recomienda usted para estimular el afecto?", "Bailar. Incluso si su pareja es intolerable"; "¿Por qué no se nos une, Sr. Darcy?", "Sólo pueden tener dos motivos, Caroline, y no quiero interferir en ninguno", "¿Qué quiere decir?", "La mejor forma de defraudarle es no preguntarle"; "La Sra. Bennet, la Srta. Bennet, la Srta. Bennet y la Srta. Bennet, señor"; "Menos mal, Sr. Collins, que tiene usted esa habilidad para lisonjear con tanta delicadeza. ¿Esos cumplidos proceden del impulso del momento o son producto de un estudio previo?", "Surgen con el paso del tiempo pero a veces me divierto inventando halagos delicados pero siempre procuro que parezcan lo más espontáneos posible"; "Nadie diría que están ensayados previamente"; "¿Me concede el próximo baile, Srta. Elizabeth?", "Sí. (APARTE) ¿Acabo de aceptar un baile con el Sr. Darcy?"; "Generalmente ¿habla usted mientras baila?", "No. Prefiero estar insociable y taciturna. Lo hace todo más divertido ¿No cree?"; "Todos somos tontos en el amor"; "Tu madre jamás te querrá ver si no te casas con el Sr. Collins. Y yo nunca te veré si lo haces", "¡Sr. Bennet!", "Gracias, papá"; "Las muchachas gustan de desengaños amorosos de vez en cuando. Eso les da algo en que pensar, algo para distinguirse de sus amigas"; "No todas podemos darnos el lujo de ser románticas. Él me ofrece una casa confortable y protección. Tengo mucho que agradecer..."; "¡Charlotte!", "Tengo 27 años. No tengo ni dinero ni posibilidades. Soy una carga para mis padres. Y estoy asustada. Por tanto, no me juzgues, Lizzie. ¡No oses juzgarme!"
"Usted da su opinión de una forma muy decidida para ser tan joven. ¿Cuál es su edad?", "Con tres hermanas menores ya crecidas, no esperará que lo confiese"; "No tengo talento para conversar fácilmente con desconocidos", "Tal vez debería seguir el consejo de su tía y practicar"; "¿Qué le has hecho al pobre Sr. Darcy?", "¡No tengo la menor idea!"; "¡El Sr. Bingley!", "¡Por el amor de Dios!, ¡todo el mundo, compórtense con naturalidad!"; "Jane. He estado tan ciega"; "Tengo confianza en que les irá bien juntos. Sus temperamentos son muy parecidos. Sus criados los engañarán constantemente. Y serán generosos de más con el resto. Siempre excederán su presupuesto "; "Ahora dígame de una vez por todas, ¿está comprometida con él?", "No, no lo estoy", "¿Promete que nunca se comprometerá?", "No se lo prometo ni ahora ni nunca"; "¿Lizzie, te has vuelto loca? Creía que odiabas a ese hombre", "No, papá"; "No creía que nadie pudiera merecerte. Pero parece que me equivocaba. Doy mi consentimiento de todo corazón. Yo nunca podría entregarte, mi Lizzie, a alguien que valiera menos"; "Si algún joven quiere casarse con Mary o Kitty, por el amor de Dios, que entre. Estoy desocupado".
CONSEJO: imperdible.
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