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críticas chatarras

viernes, febrero 10, 2006

la depre de Jennifer 

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DICEN POR AHÍ

¿Qué hubiera sido de esta película de haberse filmado tres años antes o tres años después, de que Jennifer Aniston se divorciara de Brad Pitt? Seguramente, esta película muy ligeramente escrita, no hubiera llegado al Parnaso de las comedias hollywoodenses, pero habría estado unos cuantos escalones por arriba. Por si no queda claro: las mejores escenas de Jennifer en la película, son aquellas en las que tiene que llorar. ¡Pobrecita! Si hasta por un momento te dan ganas de boxearlo a Brad, por que la dejó a la rubiecita tostada de ojitos azules y pelito rubito (hasta que nos acordamos que lo hizo por Angelina Jolie y te dan ganas de ir a abrazarlo).

"Dicen por ahí" es una de esas clásicas comedias de Hollywood garabateadas en un par de semanas y filmada a los tumbos. Juntamos varios actores con renombre, la estrellita del momento y salimos a rodar con lo que venga. Y es una lástima porque en otras manos, con un poco más de trabajo, esta historia podría haber llegado a ser algo más que interesante.

Sarah Huttinger regresa con su prometido, a su hogar natal de Pasadena, para asistir a la boda de su hermana. Sarah siempre se sintió un sapo de otro pozo, al punto de creerse adoptada: no vota igual que su padre, no sabe jugar al tenis como su hermana y no está muerta como su madre. Lo que va a ser otra de esas patéticas jornadas familiares, toma un cariz más pesado cuando descubre un viejo secreto familiar. Su madre, poco antes de escaparse, se escapó a México con un tal Beau Burroughs. Y eso no es nada: ese tipo fue amigo, en la Universidad, del autor de "El graduado" y toda la alta sociedad de Pasadena sospecha que esa novela no es una ficción, sino un chimento literariamente modificado.

Casi sin proponérselo, Sarah descubre que su madre engañó a su padre antes de casarse, con el mismo hombre que se volteó a la abuela y que su familia fue el modelo para ese clásico cinematográfico. Dando un paso más, Sarah sospecha que, tal vez, ella no sea hija de Earl Huttinger, sino del mencionado Burroughs. Y allí va a buscarlo, para aclarar las cuentas.

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De eso trata la comedia: de la identidad perdida (o que se creyó perdida) y de la búsqueda de los fantasmas que no nos dejan en paz. Como planteo, prometía. Más aún, cuando a Jennifer Aniston (¿les dije que la rubiecita triste está muy, pero muy, linda?) la rodean con Shirley MacLaine, Kevin Costner y Mark Ruffalo (sin olvidar las breves intervenciones de los desaprovechados Richard Jenkins, Katy Bates y Mena Suvari) que logran levantar temperatura y jugar el juego de la comedia. Pero Aniston no está en tono y hunde todas las escenas. Y como el libro no se exige demasiado, ni tiene vergüenza de caer en los lugares comunes del género, la película no tarda en desbarrancarse y termina siendo otra más.

Lo que rescatamos de "Dicen por ahí" (amén de ese conjuntito azul cortito con el que se pasea Jennifer por la cama de su novio) es la descomunal presencia de Shirley MacLaine, deliciosa en ese papel de vieja perra superada, aportando los mejores momentos de la comedia. A Mark Ruffalo no lo ayuda el guión y Kevin Costner muestra pinta y nos deja con ganas de que se hubiera contado la historia de otro modo.

Si me dan a alegir, me hubiera quedado con la historia de la hija buscando un padre que no fue, consiguiendo rescatar la imagen de la madre muerta, bajarla del pedestal, descubrirla con sus errores y aciertos, para poder convertirse a su vez, en esposa y madre, falible pero real. Y, al mismo tiempo, el cachetazo de la vida al hombre que postula vivir el presente, el ganador, galán y exitoso empresario, que descubre que al maximizar cada día, se pierde toda posibilidad de tener un futuro. Maduro, bajando la cuesta, comprende al ver a la hija que pudo tener, que la vida se le ha escurrido, por no correr esa mañana detrás del auto de su amada.

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Un dato sociológico. Es una película de neto corte utilitario, antiromántico, algo así de "confórmate con lo que te tocó, nena, que el príncipe azul no existe". Está bien que así es la vida, pero, ¡dejémonos de joder! ¡esto es Hollywood! Si nos empiezan a bombardear el romanticismo desde la pantalla, ¿qué nos queda a la salida del cine? Tal vez por eso, la madura espectadora que estaba sentada, butaca de por medio, en la quinta fila del Village Recoleta, se animó a levantar la voz con: "¡No me gustó para nada como termina! ¡Al final se quedó con ese estúpido!". Tiene todo el derecho a indignarse, señora. Y que el pobre tipo que la acompañaba, si no le gusta, que se la banque.

Escenas: el encuentro entre Sarah y Beau; el encuentro entre Beau y la abuela Katharine (antológica); el gag de George Hamilton; las crisis de las dos hijas, piloteadas por el teléfono entre el padre y la abuela.

Frases: "No vine para decirte que no puedo vivir sin ti. Puedo hacerlo. Pero no quiero"; "Hijo de puta"; "Es que conduces tan despacio", "Conduzco despacio porque tú estás conmigo"; "¡Beau Burroughs! ¿En qué estabas pensando?"; "¿Usaste condón?".

CONSEJO: esperar al video, sin apuro.

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