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críticas chatarras

jueves, septiembre 15, 2005

hippies, treinta años después 

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LA BALADA DE JACK Y ROSE

Anote: utopía de la isla. Remarque (con doble raya y color rojo): no funciona. Acepta al mundo como tal o lo combate. No hay desvíos intermedios. De a ratos (sólo de ratos) se puede escapar. Arme su isla, haga de cuenta que nada pasa, que podrá llevar adelante su sueño. Pero, créame, es una actitud masturbatoria. O se queda solo. O peor: incurrirá en incesto.

“La balada de Jack y Rose”, la película de Rebecca Miller, (a) la hija célebre, tiene más de una idea interesante. A veces cansa un poco con esos truquitos de cine independiente norteamericano (planos con saltos en la continuidad; personajes con cara de aburridos; alguna conducta poco coherente de los personajes). Pero no deja de ser una buena película, con algunos momentos más que interesantes. No es de amplia recomendación, claro, pero vale la pena tenerla en cuenta. Y más aún, si quiere disfrutar de ese muy buen actor que es Daniel Day-Lewis (esposo de Rebecca Miller), secundado por el rostro profundo de la bella Camilla Belle (y no es un juego de palabras).

Jack es el último sobreviviente de un experimento hippie, el de la vida en comunidad. En una isla sobre la costa este americana, quedó una serie de estructuras a medio realizar, sótanos, casas, ambientes derruidos, todo para sus únicos dos habitantes: Jack y su hija adolescente, Rose. Jack tiene problemas cardíacos y sabe que tiene los días contados. Pero queda Rose, criada en forma tan aislada del resto de la humanidad, que su inocencia llega al punto de doler. Jack introduce a otros jugadores en el juego: Kathleen y sus dos hijos. Rose lo tomará como una traición. El paraíso tiene una serpiente (no sólo simbólicamente, aunque claro, el símbolo apesta) y lo que es peor, tiene los días tan contados como Jack (los mismos días, para ser más claros).

Al guión de “La balada de Jack y Rose” le sobran escenas, posiblemente. Pero vale examinar, atentamente, la muy buena puesta en escena, la responsabilidad dada al puñado de actores, en especial la pareja protagónica, que por momentos se impone a las debilidades o lugares comunes de la trama. Una mención aparte a las dos escenas en la que aparece Beau Bridges, sencillamente, brillante. Sus dos diálogos con Jack, son antológicos.

La película empieza con Rose entre flores y termina con Rose entre flores, también. Una sucede en un campo silvestre; otra en un vivero. “Así es el mundo” dice Jack en un momento del filme “Todo se vende”. Esas imágenes marcan la evolución histórica, del sueño comunitario de los ’60, cuando parecía que la civilización occidental podía tomar un camino distinto al que finalmente tomó, y de esta realidad de principio de milenio. De las flores libres, a las flores comercializadas. Dos imágenes; dos ideas, desperdigadas en el filme.

Escenas: los mencionados diálogos entre Jack y Marty; la escena del beso de Rose; la escena de la serpiente. Frases: “Sólo fue un experimento”; “Le arruiné la vida por snobismo. Sé que al principio había algo. Pero ahora ya no me acuerdo qué”; “Me hice ciudadano norteamericano en 1972. Me gustaba este país. O por lo menos en lo que prometía convertirse”.

CONSEJO: para cinéfilos y amantes del cine arte. Puede esperarse al video. El resto, seguir de largo que se van a embolar.

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