lunes, agosto 08, 2005
un bobo amor
UN LOCO AMOR
Bodriazo. El melodramón europeo elogiado por la prensa oficial que llega cada año a nuestras playas, para ver si puede rapiñar algunos miles de espectadores desprevenidos. "Un loco amor" sólo tiene de bueno el planteo. Después, una sucesión de golpes bajos, lugares comunes, interpretaciones altisonantes con miradas a cámara de "actor serio, che". Parece mentira, pero éste fue uno de los éxitos en la Italia del año pasado.
Timoteo es médico, felizmente casado con una rubia más que aceptable (babita merecida para Claudia Gerini), una hija, unos suegros medio pelotudos y una cara de culo que lo caracteriza, estigma del chancho burgués bien establecido o del hombre que nunca fue feliz (no se sabe bien en cual de las dos categorías cae). Una tarde, llega a la guardia de su hospital, una joven que se estroló en su moto. La joven es su hija adolescente y está en coma. Mientras los médicos colegas luchan por su vida, Timoteo aprovecha para recordar lo que le ha pasado en los últimos tiempos.
Y ese racconto es la película, la historia de Timoteo con Italia, una muchachita descendiente de albaneses, abusada por su padre, que sobrevive en una casa derruida, a medio construir, a medio desalojar. A Timoteo se le queda el coche. Italia lo invita a que hable por teléfono desde su casa y Timoteo no sólo acepta, si no que la viola. Resultado: Timoteo retorna (un poco porque le gusta violarla y otro porque le empieza tomar cariño a la pavota que, como el calificativo sugiere, no es otra que Penélope Cruz). Bueno, esa es la historia, la de un amor que empieza sórdidamente.
El resto es hora y media de película con idas y vueltas insostenibles, donde no se sabe muy bien que están contando, con actuaciones malas, pero malas, de toda maldad. Ojo: reconozco que Penélope Cruz no está entre mis preferidas, pero, para hacer justicia, acá se esmera y logra estar apenas mediocre. Además agrega a su habilidad de peor inglés autóctono, la de peor italiano nativo. Lo positivo: la violan, le pegan, le abren el estómago con un bisturí y hasta en una de esas se muere (no quiero contar el final, aunque…).
En cambio, Sergio Castellito (actor, director, escritor y esposo de la novelista que escribió la historia) se destaca en una interpretación digna para tirar la pastilla de gamexane y trabar la puerta.
Un solo apunte más: ¿para qué está la historia de la hija? Si en lugar de ver a su hija llegar accidentada al hospital, lo hubiéramos puesto a Timoteo cocinando un puchero y recordando, la historia hubiera funcionado exactamente igual. Entonces: ¿para qué?
Misterio.
CONSEJO: dejar pasar.
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