jueves, agosto 25, 2005
amor otoñal
ELSA Y FRED
Claro ejemplo de una muy buena idea, muy mal realizada. Marcos Carnevale, director del filme, desperdicia la excelente plataforma de despegue que tenía entre manos. Pudo ser una película notable; más aún, tal vez hasta sólo aceptable. Lamentablemente, Carnevale prefiere el trazo grueso, el lugar común, el kitsch de telenovela de la tarde. Pero conste, ha logrado su objetivo: el público se entrega de lleno a la película y aplaude, a rabiar.
La idea inicial es sencilla, pero eficaz. Elsa es una viejita manipuladora, borbotón de aire puro, torbellino revoltoso, viuda (o eso creemos) que se cruza con un nuevo vecino, Alfredo, un viejito deprimido tras la muerte de su esposa, mandoneado por la hija, usufructuado por su yerno. Elsa le echa el ojo, se mete en su vida y le cambia los papeles a Alfredo quien se da cuenta que, en tiempo de descuento, todavía tiene chance de dar vuelta el marcador.
¿En qué falla "Elsa & Fred"? En la explotación chapucera de esta idea. Hay una falta absoluta de calidad de los tres guionistas que trabajaron esta historia (Carnevale, Lily Ann Martin y Marcela Guerty). Se prefirió apostar al melodrama fácil, a los chistes obvios y a las situaciones edulcoradas que a trabajar la historia, debidamente, a partir de la psicología de los protagonistas y la interacción con los personajes secundarios. Allí se ve una clara falla, síntoma de que la comedia renguea: los personajes secundarios desaparecen en gran parte del relato, cuando debían ser cómplices de las reacciones de los protagonistas centrales.
La historia se dispara a un marasmo de obviedades, con la introducción de un personaje totalmente tirado de los pelos (el de Pablo, interpretado por Federico Luppi) y un final al que apostamos desde el primer fotograma, en la fontana de Trevi, remedando a "La dolce vitta".
De los protagonistas, cabe homenajear a China Zorrilla (que hace de China Zorrilla) y a Manuel Alexandre, el veterano actor español. Aportan gracia y simpatía. Nos hubiera gustado verlos exigidos en una historia mejor, con más dimensiones para lucirse.
Escenas: la de China, haciéndole señas al nene de que no hable o es boleta; la escena de China mirando el cuadro de su hijo; la charla telefónica con Alfredo, para convencerlo de tomar un café.
CONSEJO: dejar pasar.
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