viernes, mayo 13, 2005
oportunidades perdidas
HERMANAS
Otra historia de los años de plomo. Otra película con baches notorios, sobre todo en el nivel actoral. Como símbolo, Milton de la Canal, el "enano" de "Kamchatka", que inevitablemente nos invita a la comparación con aquella película soberbia. "Hermanas" sale perdiendo: carece de sensibilidad, sinceridad y sutileza, es una película decididamente prescindible. "Hermanas" flaquea, además, en un guión sin diálogos brillantes, con tendencia al melodrama, esquivando todas las posibilidades de tensión dramática. Fallida, "Hermanas" despertó un entusiasmo en la crítica argentina que, a esta altura, no asombra.
El planteo inicial de "Hermanas" era más que interesante. Luego del Proceso, en 1984, Natalia visita a su hermana Elena quien vive en Texas con su marido. Natalia, militante de los años de plomo, arrastra una duda vital: ¿quién denunció a su novio, militante también, desaparecido? A poco andar, intuimos que Elena tiene, en secreto, la respuesta candente a esa pregunta.
"Hermanas" no abandona nunca el tono de Manual Kapelusz, potenciado por la impostación de Ingrid Rubio por momentos, francamente exasperante. Las oportunidades desaprovechadas son muchas, porque la historia daba para retratar todas las partes en conflicto. Natalia es la militancia, pero también la intolerancia, la soberbia intelectual de una generación con un nulo anclaje en la realidad; del otro lado, Elena, la burguesía satisfecha, la adaptación constante, la lealtad a su familia y a los suyos, a cualquier costo. De esa riqueza de caracteres se esperaba un mayor contenido dramático, un enfrentamiento entre dos hermanas muy unidas que hoy se ven, se sienten, alejadas, intuyendo porqué, sin atreverse a blanquearlo.
Un punto no menor, porque tiene que ver con la memoria. En una escena, vemos el operativo militar para capturar a Martín, el novio de Natalia, escondido en una casa en una isla en el Tigre. La fuerza de tareas viste uniformes y sube a una lancha de Prefectura con matricula. En otra escena, el padre de Natalia es llevado de su casa por otro grupo de las fuerzas de seguridad (sic) y la madre y sus hijas hacen el aguante en un pasillo de la comisaría, a la espera de conocer novedades de su detención. En la época del Proceso, muy excepcionalmente se hacían estos operativos por "derecha"; no había uniformes, placas de identificación ni lugar a donde ir a reclamar por los detenidos. No parece un detalle menor para un filme que pretende mantener viva la memoria de esos años.
CONSEJO: dejar pasar.
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