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críticas chatarras

martes, septiembre 02, 2008

no tan mala cómo esperábamos 

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UN NOVIO PARA MI MUJER

Frente a la cartelera me dije: “Elijamos una, como para apoyar al cine argentino”. Apostábamos nuevamente, sabiendo que íbamos a salir perdedor, porque conocíamos el autismo de nuestra cinematografía (amén de la caradurez de varios vivillos que medran colgados de los subsidios del INCAA). De un lado, “La mujer sin cabeza” de Lucrecia Martel (prolijamente silbada en Cannes); del otro, “Un novio para mi mujer” con Adrián Suar y Valeria Bertucelli. Bueno, opté. Elijamos la de Suar que por lo menos nos va a arrancar una sonrisa.

Ahí fue, pagué la entrada, me senté en mi butaca y me persigné esperando el bodriazo. Las anteriores comedias de Juan Taratuto (“No sos vos, soy yo”, guión propio; “¿Quién dice que es fácil?”, guión de Pablo Solarz) no me terminaron de convencer, con muchas fallas de guión, pero valoraba la buena predisposición de hacer comedia en Argentina, de partir de una idea fuerte y de contar una historia obviando varios tópicos del cine testimonial (genocidas, marginales, subnutridos, adolescentes aburridos, tipos pétreos que miran a cara).

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Bueno, me llevé la grata sorpresa de que “Un novio para mi mujer” no era tan mala, que los errores que tiene (existen y son obvios) no alcanzan para hundir la película, que Adrián Suar hace un gran esfuerzo para disimular sus limitaciones actorales, que el festival del monorrol que suele ser Bertucelli está más que acotado y (sorprendentemente) regala un personaje memorable. Y que, pese a algunos lugares comunes, algunas faltas de audacia, alguna dispersión de personajes, “Un novio para mi mujer” es un más que digno producto para el mercado argentino actual.

Conste que no es “Derecho de familia”. No, claro que no. Y que el guión de Pablo Solarz presenta algunas debilidades fundamentales (como la desaparición del personaje de Gabriel Goity, pobremente resuelto en la trama), tan claras que ni vale la pena señalarlas. Pero el filme tiene sus momentos, te hace reír en más de una ocasión, tiene un par de líneas correctas y, repito, el personaje de la Tana (la clásica mina rompebolas) es de antología.

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Si “Un novio para mi mujer” no llega a las cimas que mereció llegar es, simplemente, porque estas son las realidades de la industria audivisual autóctona. Si el programa líder es “Bailando por un sueño”, no se puede esperar que nuestros actores den cátedra de actuación, que nuestros escritores de ficción muestren soltura en sus libretos. De la pobreza cotidiana no puede salir una comedia brillante, salvo por un hecho tan heroico como excepcional. “Nueve reinas” no crecen todos los días.

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Por eso, “Un novio para mi mujer” es más que destacable, en esta realidad mediocre y su éxito debe ser saludado. El público argentino todavía apuesta y tiene ganas de ir a ver cine argentino, pese al esfuerzo que hacen el 90% de nuestros cineastas de piantarlos de la sala cinematográfica.

Para los que creen en las ideas originales, ya hubo algún memorioso que recordó que el tema de la película (un tipo le busca novio a su esposa para que se la saquen de encima) suena similar a cierto capítulo de “Los simuladores” y hasta ciertas reminiscencias con “Mr. Wonderful”, película norteamericana de 1993, con Matt Dillon y Anabella Sciorra, dirigida por Anthony Minghella. Como vemos, nada hay nuevo bajo el sol.

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Una digresión desde la construcción del personaje. No estamos muy de acuerdo en el cambio que sufre la Tana al conseguir trabajo. Lo interesante hubiera sido que la Tana no se suavizara tanto, que su visión negativa no fuera un efecto colateral de la depre, sino su naturaleza. Y que el Tenso se diera cuenta, una vez liberado, que lo que más extrañaba de ella era esa sinceridad brutal para decir lo que pensaba, para petardearte el castillo de naipes sin ningún disímulo. Y que se diera cuenta que había que ser un tipo con muchas pelotas para bancarse a una mina como ella.

Otra perlita de guión que no podemos resistirnos a comentar: la Tana embala demasiado rápido y caen las defensas pronto con el Cuervo. ¿Por qué? Solarz no se tomó el trabajo de decirlo, pero una punta psicológica interesante sería que la Tana está acostumbrada a que todos le digan lo rompepelotas que es, lo difícil que es estar con una mina como ella. Entonces, cuando aparece un tipo que le da un piropo, la Tana no sabe cómo actuar. La descolocaron con la amabilidad. De haberse trabajado un poco más con la transición, se podrían haber armado una buena serie de gags con este efecto.

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Escenas destacadas: la escena inicial, en el desayuno, que sirve como presentación del personaje de la Tana; el Cuervo llorando disfrazado de perro; la entrevista laboral de la Tana.

La frase: “Me rompen las pelotas los buscadores de coincidencia”.

CONSEJO: se puede esperar al DVD, pero si usted tiene algún complejo de culpa por no ver cine nacional, es el momento de amainar la sensación que lo atormenta.

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