críticas chatarras

MAMMA MÍA!

Versión cinematográfica del musical de Catherine Johnson, collage de las canciones de ABBA. Surjen dos pensamientos al ver esta película: como se divirtieron los actores y que poca imaginación tuvo la directora Phyllida Lloyd para traducir en imágenes esta historia.

Reconozcamos que el argumento no es el non plus ultra de la orginalidad. Recuerdo alguna película con Gina Lollobrigida o Sofía Loren (la vi de chico, por TV, sepan disculpar la fatiga unineuronal) con una historia similar: mujer que anduvo (como dirían las abuelas) con tres hombres y no sabe quién fue el padre de su hija/o quien, cuando crece, los convoca para averiguar cuál es su progenitor.



El resultado, estructuralmente, no funciona. Ninguno de los personajes tiene relieve dramático. Las escenas se suceden en forma chapucera, muy forzadas, con diálogos pobres, más de una vez con personajes explicando lo que pasa o pasó, en parlamentos discursivs y didácticos. Que el personaje se mueva de una punta a la otra de la isla, seguido de otros dos personajes, para disimular la parrafada informativa, agrava la situación más que la mejora.



Y como si fuera poco, la transcripción visual de la historia carece de audacia, de ganas de jugar con la estética kitsch que sugieren las canciones de ABBA. La forma en que se filmaron algunas escenas nos traen ecos de Enrique Carreras, por esa carencia imaginativa para poner una cámara y resolver una escena. Por momentos sospechamos que es una decisión deliberada para “filmar mal” adrede, para divertirse con las vulgaridades de la trama. Pero, no sé, falta algún guiño, alguna nota de la directora diciendo: “ojo, esto es una joda, ¿eh?”.



En esa mediocridad, el filme se gana al público por el desparpajo de los actores, en especial Meryl Streep. Se ve que los tipos disfrutan lo que están haciendo y no les molesta cantar desafinando, bailar discordinados ni hacer el ridículo en alguna escena. Esas energías salvan el filme que (estamos seguros) será del agrado de la mayoría de los espectadores y terminarán aplaudiendo con los títulos finales. No obstante el resultado, el análisis frío no puede disimulas las muchas falencias de esta versión y de los baches narrativos que presenta.



Alabamos a Meryl Streep. Agreguen a Pierce Brosnan. Otra más: Julie Walters. Y presten atención cómo logra hacernos tararear y salir contentos del cine, la música pegajosa y las letras simplonas del grupo sueco. Rara magia la de estos tipos que se cansaron de inventar hits y que, mucho después de su disolución, siguen haciendo cantar a la multitud.



Escenas: el dueto de Meryl Streep y Pierce Brosnan, previo a la boda; la escena de “Dancing queen” con Meryl Streep saltando sobre la cama; la secuencia de “S.O.S.” entre Streep y Brosnan; la canción de Streep mientras ayuda a su hija a vestirse para la boda, diciendo cómo la ha visto crecer de golpe; los dos clips de yapa que vienen con los títulos.



CONSEJO: si quiere divertirse, gaste una entrada. No vaya esperando nada superior. Pero pasará un buen momento. Si es muy exigente, espere sin apuro al DVD que no se va a perder nada.