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críticas chatarras

jueves, febrero 07, 2008

la habitación del pánico 

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1408

Demasiado poco para el cine, demasiado mucho para la televisión. “1408” es de esas películas chiquitas que dan justo para el DVD o el cable. No es un peliculón, no redefine el género, no es el hallazgo principal del siglo, sólo es una buena película, con una buena historia y la buena actuación (habitual) de John Cusack, un preferido de esta página.

“1408” está basada en un cuento de Stephen King (más datos: http://en.wikipedia.org/wiki/1408_(short_story)). Es la historia de Mike Eslin, un escéptico y cínico escritor que recorre los lugares encantados de Estados Unidos para escribir una guía turística temática de características sobrenaturales. El último dato que le pasaron es el de una terrorífica habitación en el Hotel Dolphin de Nueva York, la mencionada 1408 (sumen sus dígitos: ¡13!), que tiene tal historial de suicidios y muertes que los dueños del hotel la han sacado de servicio. Allí va Eslin, llevándose por delante al conserje del hotel, para pasar una noche en la mencionada habitación. Una noche que le deparará la peor hora de su vida.

Hasta la escena final, no nos queda en claro cuánto de lo que sucede en la habitación “1406” es parte de la mente de Eslin, cuánto el producto del alcohol, un alucinógeno o la culpa. Pero esa noche neoyorquina, muy a su pesar, Eslin enfrentará todos sus fantasmas que danzan, en macabra ceremonia, hundiéndole la daga en la herida.

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El filme dirigido por el sueco Mikael Håfström no presenta hallazgos estéticos y el director prefiere apoyarse en la solidez del texto (en el que se adivinan varios “homenajes” de King, entre ellos, el cuento de Córtazar escrito también por Bioy Casares, del tipo que está en una habitación de un hotel y escucha llorar a un bebé al otro lado del muro). No es un filme que rompa moldes, que juegue con el morbo, que nos espante sobremanera. Es casi un thriller psicológico y logra su propósito, sin mayores inconvenientes. Sin mayor profundidad, también, es cierto. Pero no flaquea.

Todo el peso de la trama está en manos de John Cusack, salvo por los primeros veinte minutos en el que tenemos un jugoso diálogo con Samuel Jackson (como el diabólico conserje del hotel). Si lo que hace parece fácil, no lo es. Hubiéramos necesitado un actor con menos peso específico para darnos cuenta cuán rápido se puede bombardear una historia.

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Escenas destacadas: la caminata por el borde de la cornisa; la aparición de Katie, la hija de Eslin; la escena final del grabador.

Las mejores frases, mañana.

CONSEJO: esperar al DVD.

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